lunes, 29 de diciembre de 2014

Mujeres mayores anónimas

Esta tarde, entrando a la farmacia, Victoria y yo nos hemos cruzado con una mujer que  ha creído muy necesario decirme algo así como que por qué sacaba a ese niño tan guapo con el frío que hacía. Lo de que vean a mi gordita como un niño ya es un clásico, la ven tan peloncilla, sin pendientes, en un carrito azul, con esa carilla redonda que sacan esa conclusión. He imaginado una respuesta irónica para esa señora que decía algo así como que sí, que yo es que tengo la costumbre de sacar a mi niña a la calle cuando lleva cuatro día con bronquitis y estamos bajo la influencia de una ola de frío polar. Claro que sí, señora, en el pediatra había más padres y madres que han tenido la misma idea. 

Mi amiga Esther se indignó mucho la primavera pasada, cuando en la feria del pueblo donde vivimos, una mujer me chilló que dónde me estaba metiendo con las niñas, que había mucha gente. Le tuve que explicar  que eso es así, que en el mismo pack que la bebé venían un montón de mujeres mayores (no siempre mayores) anónimas (a veces también hombres) que te van a aconsejar gratuitamente, van a opinar sobre tu manera de cuidar al bebé e, incluso, te van a criticar. Por la cara. 

Yo lo llevo regular, la verdad. A veces hasta me molesta que sea gente cercana la que opina, aconseja o critica mi manera de hacer las cosas. Pero, bueno, eso se puede entender y soportar (aunque bastante menos si se trata de la familia política, ejem ejem). Igual es porque tengo baja autoestima o que en el fondo sé que soy un poco desastre, que si me indican que abrigue más a las niñas o me dan galletas y un zumito antes de emprender un viaje, como si fuese imposible que yo me acordara de llevar algo de picoteo y bebida por si les entra hambre o sed por el camino, me puede sentar un poco mal. También depende del ánimo con el que una se encuentre, hay veces que no le doy la más mínima importancia.

Pero lo de las mujeres mayores anónimas que se meten donde no las llaman es alucinante. Lo mismo me convierto en una en un futuro, pero espero que no. Si es así, que alguien me lo recuerde, porfi.
Un día, cuando Lucía era muy pequeñita, fui a la peluquería y, mientras la peluquera me secaba el pelo, Lucía empezó a llorar. Le acababa de dar el pecho y entonces tardé en cogerla y la niña alcanzó un nivel de lloro considerable. No soy  yo de tardar en coger a mis bebés si lloran, muy al contrario. De dentro del salón de belleza donde se encontraba la peluquería, salió una airada mujer que me regañó por haber dejado llorar a la niña y de pasó criticó a todas las mujeres jóvenes que anteponíamos nuestras necesidades a la de nuestros hijos. Y se quedó tan pancha. Y yo no fui capaz de contestarle nada. 

En fin, mujeres mayores del mundo, confiad en nosotras, que no hacemos las cosas tan mal, ni queremos que las niñas se nos resfríen, y las alimentamos más o menos bien y si las llevamos a la feria no las vamos a llevar a la zona de botellón con los niñatos descamisados y las peleas, de verdad.





sábado, 27 de diciembre de 2014

Sin prisas

Creo que nunca antes había necesitado y deseado tanto unas vacaciones como este diciembre. El trimestre no ha ido mal, pero ya las últimas dos semanas estaba muy cansada. He decidido en estos días desterrar todo lo posible las obligaciones, los madrugones y, por supuesto, la rutina que tengo establecida durante los días laborables, sin salvarse en realidad los fines de semana. Esto quiere decir que tengo que hacerme la despistada (más aún) en casa y no ver los miles de rincones por limpiar u ordenar. Así van a seguir por ahora, aunque a posteriori me genere más estrés. Da igual, es Navidad, voy a hacer lo justo en casa y me voy a dedicar a las niñas, a mí también un poco y a las "obligaciones" navideñas, que están más guays: terminar de montar el belén, hacer con Lucía tarjetas de Navidad e inundar de purpurina la casa y a la hermanita (que parecía Campanilla) Nipensar en los disfraces para Nochevieja, ser reina maga (¡¡yujuuu!!), etc. Bueno, y ahora estamos en el pueblo de papá piofaurio y aquí sí que el mundo se para y vamos a otro ritmo, desde ayer marcado también por la bronquitis de mi bolita. Ayer me dediqué a pasar fotos de la cámara y del móvil (que tenía mucho retraso) y me dejé medio planteadas las primeras clases del segundo trimestre (sí, que soy apretadilla y previsora); hoy he pillado un poco de internet en el ordenador y me he decidido a escribir. 

 Nuestro kit de purpurina para las tarjetas


Pues eso, sin prisas, haciendo lo que puedo, sin el estrés que suelo llevar normalmente.

Sin prisas también porque mis niñas crezcan. Con Victoria no me pasa como con Lucía que parecía que toda situación iba a ser eterna, ahora sé que el tiempo pasa y las cosas van cambiando, y rápido. Así que no quiero que Victoria crezca rápido y deje de guiñar con sus dos ojitos o quiera pasar toooda una tarde acurrucada encima de mí. Ni quiero que Lucía deje pronto de jugar a que tiene una mascota que es una rata rosa que se llama Rosa (sí, Rosa, como tú) y que suelta babas como un caracol.  Gracias al mindfulness, estoy empezando a tener más paciencia (o eso intento) con las llamadas de atención de Lucía en forma de caprichos o protestas varias. Hay que tener empatía: competir con las miles de monadas de su hermana pequeña es lo que tiene.

Con el blog igual, lo tengo para mí, para ir escribiendo cuando pueda (que durante el curso es casi nunca). Aunque me gusta que esté aquí, para cuando me puedo asomar un rato.

¡¡Feliz resto de la Navidad y feliz año nuevo!!

domingo, 9 de noviembre de 2014

Cogidos de la mano

De vez en cuando, aunque sea muy de vez en cuando, son necesarios días sin las pequeñas. Para desayunar en una cafetería leyendo tranquilamente el mensaje del azucarillo y deteniéndose a observar el ambiente. Para disfrutar de un spa, entre risas y relax, cortesía de la tita Esther. Para tomarse unas cervezas, vinitos, tapitas. Y, sobre todo, para pasear, caminar cogidos de la mano. Algo tan sencillo y a la vez importante, que se vuelve emocionante, porque no lo podemos hacer normalmente, cuando nuestras manos están ocupadas en sostener y acompañar a las niñas. 


A la vuelta la realidad nos hace "¡zas!" en forma de toses, llantos, incluso diarrea (¡toma ya!). 

Da igual, ha merecido la pena.

Posdata: la foto es de hace mucho tiempo, la primera vez que hicimos juntos el camino de Santiago.

domingo, 26 de octubre de 2014

Cansancio, ¡¡danger!!

En las vidas ajetreadas que solemos llevar, el cansancio es algo habitual. Cuando eres mamá o papá, entra en tu vida para quedarse , se convierte en casi una constante y los momentos de descanso son lo más valioso.
Reconozco que con mis dos pequeñas en los primeros meses eran muchos los momentos en los que el cansancio subía de nivel, afectaba a todos los recovecos de mi mente y de mi cuerpo, ya no podía más, y lloraba. Tenía que llorar. Lloraba, me mimaban un poco, que las mamás muchas veces necesitamos ser nosotras las bebés, y ya está, me encontraba un poco mejor.

Los niños lloran cuando están muy cansados. Si se caen de sueño y no encuentran la manera de dormirse plácidamente, lloran, protestan, se pelean con el mundo. Que tú piensas y dices: "pues duérmete si tienes sueño". Pero no es tan fácil. Reconozco haber lloriqueado en soledad alguna noche de insomnio al no poder conciliar el sueño. También cogen enormes berrinches, más enormes cuanto mayor es el agotamiento. A veces he pensado que sonará a excusar a Lucía cuando está teniendo comportamientos insoportables el decir "es que no ha dormido la siesta", "es que debe estar cansadísima después del día que lleva". Pero no. Les condiciona y mucho. Ayer, tras la fiesta de cumpleaños de Vistoria, ya casi cerca de las doce de la noche, cogió dos super berrinches, en los que incluso retrocedió en su lenguaje y emitía unos sonidos que eran así como "ta, ta", "be, be". Vaya, que estaba fatal de lo suyo. La primera vez la llevé sola a un cuarto para que se tranquilizara, pero solo lo hizo cuando fui y la abracé. El berrinche surgió porque quería tirar un cojín de un sillón de casa de los abuelos al suelo para estar más cómoda y no la dejamos. El segundo berrinche fue en el coche, ya de vuelta a casa, cuando su padre no le puso el cinturón de seguridad a su bebé. Otro dramón. ¿Cómo se le quitó el berrinche?, cuando el movimiento del coche y la mano del papá, que se la ofreció para que se calmara, consiguieron apaciguar esa mente aturrullada, después de un día tan tan cargado de emociones. Es decir, si miro a la cara a Lucía, y tienes las ojeras más marcadas y los ojos caen para abajo,¡¡ danger!!

Lo peor es si un berrinche se suma a un cansancio materno o paterno, entonces puede arder Troya. Más vale que uno de los dos esté lúcido, tranquilo, descansado.

Conclusión: cansarse es muy malo, hay que procurar descansar como sea.

sábado, 18 de octubre de 2014

Un añito

Llego a casa de las sesiones de evaluación inicial y no hay nadie, están en el parque. Recojo cuatro cosas que han dejado por medio y aprovecho para ducharme tranquila. Término y ya llegan. Lucía se tira a mis brazos muy contenta. Victoria no sabe si reír o llorar, no me ha visto desde la mañana temprano. La cojo y se ríe toda ella, con sus seis dientes ( cuatro arriba, separados, y dos abajo). Luego me mira a la cara muy fija y muy seria, me da varios tortazos y termina apoyando su cabecita en mi hombro mientras parlotea bajito en su idioma.
Probablemente, momentos tan bonitos como ese, no los vuelva a vivir en mi vida, cuando mi bebé vaya dejando de ser tan bebé. 

Ya ha cumplido su primer añito. Su menú favorito actual es pan y teta. No tiene muchos pelos y yo me empeño en engancharle como puedo un ganchillo y así evitar que le digan "ay, qué guapo, qué simpático". Es una supergateadora, rápida y peligrosa. Se pone en pie y anda arrastrando sillas, sobre todo en casa de los papus y en los bares. Habla por los.codos, siendo sus gritos de guerra " ¡¡mira!!", pero en versión catetilla " ¡¡ira!!", y "¡¡anda!!". Está echando un poco de poca vergüenza y te dice no moviendo enérgicamente la mano de un lado a otro sí hace falta para rechazar un trocito de pera o una uva. Si ve que algo maligno hace gracia, lo repite hasta la saciedad, como beber agua y echar luego el buchito. En la guarde, sin embargo, es de las buenas, hasta que se rebele y deje de soportar que su cuerpo redondito reciba bocaítos por doquier. Es tremendamente graciosa. A veces con sólo mirarla te tienes que reír. Ahora le ha dado por decir "hola" tanto como saludo como despedida, a veces ladeando la cabeza en un juego que le enseño la primita Inma. Al aproximarse a la guardería, que le encanta a pesar de los bocaítos, también exclama "hola" muy contenta.
 Nos tiene enamorados a los tres, muchísimo a su hermana que incluso se ríe cuando le tira del pelo con cara de traviesa total. Yo me siento muy muy afortunada de disfrutar de una bebé así (obviaremos que no me deja dormir seguido ni una noche).
 Felicidades a nuestra gordi, la bichuchi, la que vino a completar nuestra familia. Nuestra piofaurio bebé.

sábado, 4 de octubre de 2014

De tal palo, tal astilla.

Mientras doy el pecho en mi habitación a Vistoria, ya casi casi dormida, estoy escuchando un discurso de Lucía, un poco surrealista y alocado. Cena en el salón con papá piofaurio y tiene carrete para rato, después de la siesta larga de viernes que se ha echado esta tarde. Que si tiene dos perros blancos y el blanco también es yellow; que si tiene una amiga mayor que se llama Laura con la rebeca azul; que a " la Toñi", su maestra, le gustan las pompas de jabón, etc. Una de las cosas que ha comentado es que cuando sea mayor podrá trabajar en un instituto, en el de mamá o en el de papá. 
Hace un ratito estaba en el médico con Vistoria, que ya ha inaugurado la temporada de mocos y tos, cuando me he encontrado a " la Toñi". Me ha contado que Lucía la imita. Que repite lo que ella le va ordenando a los niños, las mismas consignas y cancioncillas y en el mismo tono. Me estaba dando mucha fatiga, pero la mujer me ha dicho que le viene muy bien, porque a ella también le hacen caso. Vaya, que tenemos una pequeña maestra ayudante. Si sigue la senda de la enseñanza tiene a quién salir: la abuela, mamá, papá. O igual simplemente es que le gusta mandar, que ya decían en la guardería ("su guarde naranja") que era muy "gobernosa".
Su parrafada nocturna ha terminado asegurando que mamá ya toca bien la flauta, lo que es un alivio porque el otro día me repetía una y otra vez con cara de pena: "mamá, no sabes tocar la flauta". Y le ha dicho a papá piofaurio que como se duerma mientras ven la película (Aladdin) lo va a despertar como le ha dicho su mamá. Y pegándole un pellizco ( eso ya es cosa suya).

martes, 30 de septiembre de 2014

El paraguas colgado en el retrovisor

Esta mañana intenté poner el tapón del tetrabrik de leche a la aceitera. Estuve unos segundos intentando calzar a Lucía los mini tenis de la hermana. Nos hemos partido de risa las dos. Luego, conduje bastante rato con mi paraguas colgando del espejo retrovisor. 
Así soy yo.
 Y si además tengo mucho sueño, prisa, cansancio acumulado y un poquito de estrés, miedo me doy.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Visualizaciones positivas

Había visualizado el primer día de cole de Lucía de manera muy positiva. Mi mente casi nunca para de imaginar situaciones futuras, a veces pintándome las cosas muy negras, hasta el punto de enfadarme o asustarme por cosas que aún no han sucedido, y otras mostrándome lo contrario, un panorama fantástico o tranquilizador. Imaginé esta vez que Lucía entraría al cole seriecilla, pero muy conforme, incluso ilusionada. Anoche, antes de acostarse, le recordé que iría al cole a la mañana siguiente y se puso muy contenta, pidiéndome que le enseñara su mochila. Sin embargo, su debut ha sido difícil para las dos. Para ella porque ha llorado muchísimo, no lo ha disfrutado como otros niños que se hacían la foto conmemorativa y jugaban antes de entrar. Para mí, porque no me esperaba su reacción y, tal y como te recomiendan, he salido corriendo, sin mirar atrás, dejándola allí, "abandonada", con su super berrinche. En mi huida arrastré a la abuelita Lola, que estaba con nosotras, y que habrá hecho un esfuerzo sobrehumano para dejarla así. Pensaba que, tras tres años de guardería, en los que apenas ha llorado al dejarla, esto sería pan comido. Pero la verdad es que si yo estaba nerviosa por lo desconocido, pues ella más: nerviosa, asustadilla, insegura. Es normal. Pero las dos horas siguientes me las he pasado con un nudo en el estómago, las lagrimillas asomando y contando mi pena a algunas personas. Al salir de su clase, me quedé en el colegio por cuestiones de trabajo, tenía que hablar con la directora, y escuchaba a lo lejos los llantos; en modo psicópata on, intentaba distinguir los llantos de Lucía entre los demás. 
Solo he vuelto a respirar con normalidad, cuando al recogerla la he visto tranquila, ha salido contenta y contándome lo que habían hecho y la seño me ha dicho que ha estado estupendamente. A ver mañana, ya voy preparada para otro momento difícil, no consigo la visualización positiva.
En mi futuro inmediato hay otras dos situaciones que creo debo visualizar positivamente, pero sin perder de vista que van a ser realidades complicadas.
Este curso voy a dar clase de Música. Como tengo el grado elemental de música y hacían falta profesores para ello, me medio ofrecí. Le impartiré clases a un 1º de la ESO, con flauta y todo. Intento visualizarme dominando la situación, pasándomelo bien tocando la flauta junto a mis alumnos y alumnas en total armonía. Me imagino proponiendo cosas chulas, como el poner una vez a la semana una canción elegida cada vez por uno de ellos, previo comentario de por qué la ha elegido. Quizá después la realidad es que me volveré loca con un montón de pre adolescentes dando pitadas con las flautas y tendré que contenerme para no rompérsela a alguno en la cabeza.
La otra situación es que impartiré clases también a un 1º de Formación Profesional Básica. Como los PCPI (programas de cualificación profesional), pero ahora los alumnos y alumnas pueden acceder antes, con 15 años, además de otras modificaciones. El alumnado de este grupo con el que estaré cinco horas a la semana lo componen chicos y chicas que, por diferentes motivos, han fracasado en la ESO, muchos de ellos con graves problemas de disciplina.Lo malo y los bueno es que los conozco de otros años y de la comisión de convivencia, jeje. En mi visualización positiva imagino, porque además sucede en muchísimos casos, que en esta ocasión van a aprovechar la oportunidad que se les da, que nos llevaremos bien y que trabajarán lo que les propongan.  Es mejor imaginar eso que no a imaginarme llorando por las esquinas porque no me hacen ningún caso.

Septiembre está siendo, por lo tanto, un mes de comienzos, mucho trabajo, muchos nervios, pellizquitos en el estómago y muchas visualizaciones del curso que estamos estrenando.


viernes, 5 de septiembre de 2014

La nota de la seño Isa



Esta mañana salía un poco saturada de la reunión del cole de Lucía. Hace mucho calor este septiembre, en el salón de actos del cole había demasiado bullicio y mi cabeza se llenaba de golpe de mil cosas más por hacer la semana que viene, que será también una semana intensa de trabajo en el instituto, organizando el comienzo de curso.
Al llegar a casa, Vistoria lloraba desconsoladamente y no quería comer, solo tomar teta y quedarse un ratito dormida junto a mamá. Su primera semana en la guarde ha ido genial, pero eso no quiere decir que no sea durillo para ella. Lucía también comienza a estar ya cansada o aburrida, nos ve volver a trabajar y ella se queda en casa con la abuelita. También nos echa de menos.
En la mochila de Vistoria ahora mismo va solamente una libretita rosa, instrumento de comunicación con las seños. Todos los días la he mirado, no sé, por si me escribían algo. Hoy les agradezco mucho a las seños la grata sorpresa que me he llevado. De pronto los agobios son un poco más pequeños.

sábado, 23 de agosto de 2014

¿Buena madre, madre cataplasma, mala madre?


 Anoche, antes de intentar quedarme dormida, leí este artículo, que está creando arduas polémicas en varios grupos sobre pediatría y lactancia.
Muchas son las reflexiones que me produjo:

1) ¿Por qué esa manía de clasificar a las madres? Me pongo a darle vueltas a la cabeza y creo que no entro en ninguno de los dos grupos que se distinguen en este artículo. A ver, doy al pecho, a demanda, el primer año y quiero seguir haciéndolo cuando la enana cumpla un año, porque sé que cuando enferme en la guarde y no tenga ganas de comer nada, sí va a querer la teta. Me quedo más tranquila, y punto. Pero...Cuando haga eso, seguir dando la teta, estaré incorporada ya a mi trabajo, que me apasiona sobremanera, dando clases de lengua y literatura y mil cosas más que hago. Y leo desde el minuto cero del nacimiento de mi hija: libros de mamás y un montón de literatura de ficción; el último libro, El siglo de las luces de Alejo Carpentier. Como este libro me ha hecho pensar, igual que la realidad de cada día: noticias, artículos, blogs, no sé si encajo en el perfil de "buena madre". Porque además yo no lavo pañales a mano (lo que me faltaba), ni he porteado de continuo, y compré una vez a Lucía unos cereales totalmente ecológicos y sabían a rayos, tanto que nadie en la casa se los comió. Y, además, soy un tollo: ni costura, ni pasteles, ni tartas...¿Soy de las malas madres? Tampoco, porque llevé a mi primera niña a la guarde con siete meses para incorporarme a trabajar, pero ninguna de mis niñas ha usado ni chupete ni biberón y lo de la teta, claro... Igual me acerco más a la madre cataplasma. 

2) ¿Por qué no respetar las distintas formas de crianza que existen? Respeto ante todo. No meterse en lo que deciden las demás, mientras no perjudique al bebé, se entiende. Me resulta el artículo un tanto irrespetuoso con las mamás que eligen una forma de crianza más natural. Igual que he visto mamás irrespetuosas con mujeres que han optado por dar el biberón. Mi opción a mí, mamá piofaurio, me parece la mejor, porque es la mía. Pero mejor para mí, igual para la vecina no, porque es otra persona, otra mamá.

3) (Opinión personalísima) Dar el pecho, poder dedicar a tu niña el tiempo que yo le he podido dedicar ha sido y está siendo un disfrute. Que si salgo un día con mis amigas a la feria y descanso de bebé estoy como loca. Que, ya lo he dicho, mi trabajo es una parte importantísima y feliz de mi vida. Sí. Pero disfrutar de tus hijos, hijas, cuando son bebés, también es una opción lícita y plena para una mujer, que no os convenzan de lo contrario. Para mí ha sido un privilegio.

4) ¿Es una opción más machista que la otra? Lo siento, tampoco  me convence. Supongo que habrá mamás que den el biberón, etc, y tengan a su lado un cabestro, o sean ellas mismas unas machistas. Y puede que al lado de estas madres naturales, haya hombres que no pueden amamantar, pero sí participar del cuidado del hijo y de la casa activamente y que haya decidido junto a su pareja esa opción. O puede que sea al revés. Pero no generalicemos. La cultura del biberón, que priva a la mujer de lo que yo ya os digo que para mí es todo un privilegio, también se les antoja misógina a algunos.

No etiquetemos a las mamás, no nos señalemos con el dedo entre nosotras, ni nos riamos de nuestras opciones, que nos convertimos en las más enemigas de la mujer, pretendiendo ser lo contrario.

viernes, 22 de agosto de 2014

Yo te cuido

Vendrán tiempos en los que se tiren los juguetes a la cabeza. Por ahora, mis niñas se adoran y Lucía ejerce a la perfección de hermana mayor. Hace una semana, cenamos en La casa de la encina, que es una de nuestras segundas casas, la de la tita Esther. Cuando ya recogíamos para volvernos a casa, y también durante el trayecto en coche, Lucía cantaba una nana inventada por ella a una Vistoria que se caía de sueño. La letra decía algo así como: "Yo te cuidooo/ tú has "nacío" de la barriga de mamá...". No rimaba demasiado, pero qué bonita sonaba. Daban ganas de achucharla y también de llorar, porque la entonaba muy bajito y la música era como de balada triste. La gordita se durmió plácidamente, como no. 

Desde que me quedé embarazada por primera vez, me imaginaba cantándole nanas a mi hija, y así ha sido. Yo siempre he pensado que cantaba más o menos bien, hasta que me escuché berreando en una fiesta de fin de curso con mis compañeros en la que nos pusimos a cantar en karaoke; descubrí que de cantar bien nada. Pero me encanta. A la peque le suelo cantar siempre en primer lugar un villancico que escuchaba de pequeña en una cinta de casete que teníamos en casa de un coro de niños muy cursis, formales y repelentes (o así me los he imaginado siempre). Es el de " Ro, mi niño ro, cierra los ojitos, que te velo yoooo / Duerme, rosa y capuuulloo, duerme mientras te arruuloo, no vayas a llorar", etc. Es un villancico- nana, como se puede observar. Hay unos cuantos así, que sería el niño Jesús, pero se ve que a veces le costaba como a todos conciliar el sueño. 
  Tanto para la pequeña, como para Lucía, tengo dos nanas predilectas (que no son nanas, en realidad). Una es la canción de Pocahontas, Colores en el viento.



 Si no recuerdo mal, vi esta peli en el antiguo Cine Regio de mi ciudad, con mis amigas. Desde el primer momento me quedé prendada de la canción y en algún momento, me la aprendí. A Lucía le ponía también el vídeo en el ordenador para hipnotizarla y poder así cortarle las uñas, durante un periodo difícil de su vida (los terribles dos años que comenzaron al año y medio). 




Mi segunda "nana-no nana" preferida es Chove en Santiago, de Luar na Lubre. Confieso que entera entera no me la aprendido, pero me parece tan hermosa... La letra es de Lorca ,de su Madrigal a cibdad de Santiago. He estado en Santiago varias veces; la primera vez, una mujer nos consoló, desesperados por tanta lluvia como estábamos, diciéndonos que Santiago se ve realmente bella así, bajo la lluvia. 


lunes, 4 de agosto de 2014

Chicas listas

No sé por qué la gente te suele aconsejar, en tono amenazante, que no cedas ante los lloros o súplicas de tu bebé con un: "cuidado, que es muy listo o muy lista". Pues genial si es listo o lista, ¿no? ¿Que mejor que saber que las personitas que más quieres en el mundo te han salido inteligentes? Si la amenaza es por la posibilidad de que ganen la batalla entre padres-hijas, pues tendremos que ponernos las pilas. Pero que sean chicas inteligentes, me parece estupendo. Me parece estupendo incluso que sean mil veces más espabiladas que yo, que tampoco es muy difícil, la verdad.

Lucía es una niña muy despierta, muy viva. Os pongo un ejemplo. Ella, en principio, no iba a bailar en la actuación de la fiesta de la guarde, porque no ha asistido durante el mes de julio y no podía ensayar. No obstante, nos pasamos por la fiesta, para que estuviera un ratito con sus compañeros. Y al final las seños decidieron que sí bailaría. En el último momento, sin el vestuario ni el atrezo, pero que bailaría. Supongo que ensayaron mientras actuaban los grupitos de los niños y niñas más pequeños. Únicamente ese ensayo le sirvió a Lucía para hacerlo estupendamente: el movimiento rumboso, el toque de tambor imaginario y su bailoteo en pareja; le daba unos meneos a su partenaire de miedo. El que no corre vuela: que hay que bailar, pues se baila sin ensayar ni na. Esa es mi niña.

La peque, que encima es "más intelectual que física", palabras de su pediatra, apunta maneras, pero vamos, por todo lo alto. Físicamente también va mejorando ya, que no gatea (bueno, sí, gatea para atrás) pero se desplaza por el suelo a una gran velocidad con el culillo. Como decía, la peque es más lista que el hambre: ya nos llama a todos por nuestro nombre "maamaa", "papaa", "iaaa" o "taaa", muestra su asombro por el mundo que le rodea con un "¡¡ohh!" la mar de expresivo y da besitos, sobre todo a Lucía.  Pero hoy me he quedado muerta, cuando, al mismo tiempo que me tiraba del pelo, decía que no con su cabecita, porque es lo que yo le digo cuando le regaño por sus primeras pequeñas maldades. Y a su hermana le ha hecho igual: le ha tirado del pelo diciendo que no. Es decir, ya ha conocido el valor de un "lo siento", que a veces sirve para poder disculparse después de  hacer pequeñas putadillas. Lo que pasa es que ella te pide perdón simultáneamente a la fechoría. Sí, es un bichillo absoluto. Pero, como posiblemente es el bebé más adorable del mundo, se le perdona. Lo que espero es que no me la amonesten en la guardería.

sábado, 2 de agosto de 2014

Semana mundial de la lactancia materna

La semana pasada pasamos unos días de tranquilidad en el pueblo de papá piofaurio y retomé la lectura del libro de José María Paricio. Continúa pareciéndome un libro genial. En el capítulo sobre la lactancia materna, describe el hecho de amamantar como un arte, un arte (y un instinto, claro) de las mujeres, que se transmite de generación en generación. Durante mucho tiempo, por diversas razones, se impuso la cultura del biberón. Es esencial la labor que comenzaron a realizar grupo de mujeres (apoyadas, claro, por profesionales médicos) para devolver la importancia de ese arte, y, sobre todo, para recordar la manera de hacerlo bien. Aún hay trabajo, porque te siguen comentado "¡¡otra vez!!" si pones a mamar a tu bebé y hace poco que había estado en la teta. O te preguntan que cuándo le toca. No se sabe, cuando quiera. O que si no ha llorado todavía por qué le das otra vez. O en cuanto parece que se queda con hambre quieren que le metas un biberón con leche artificial. O que le des manzanilla. O que te pregunten sorprendidos o sorprendidas si aún mama tan mayor (ocho meses). Supongo que pronto no se harán estas preguntas, porque se verá normal la lactancia a demanda, exclusiva y prolongada si se desea.

Personalmente, me encuentro en un momento difícil de la lactancia. Porque la peque prefiere estar enganchada a la teta toda la noche y durante el día lo está menos; creo que por el calor, es muy sudorosa y las dos nos ponemos a sudar como pollos. Hoy justo leía una pregunta de otra mamá en un grupo de apoyo por Facebook, que consultaba por esto mismo (más o menos, lo suyo era peor, pobrecilla). Las otras mamás le respondían que el destete nocturno no era la solución, aunque podía probar, que a esta edad la fase del sueño se vuelve a veces más irregular (la verdad es que Lucía también empezó a dormir mal con ocho, nueve meses en adelante) ni tampoco darle un biberón, algunas lo habían probado y no se había solucionado. A pesar de que voy a acabar con mi espalda fatal, darle de mamar es una forma de que yo pueda seguir durmiendo, pese a las interrupciones. De hecho, a veces es lo que verdaderamente me da sueño. Buscando posibles soluciones para que durmiera bien, la hemos cambiado de cuarto, a su cama, por si era que la cuna se le quedaba chica, y qué va, sigue igual, la diferencia es que yo acabo dando paseos por la noche o durmiendo con ella en la cama pequeña, usando como almohada un peluche de una jirafa. Unas noches de verano muy intensas. La única que duerme super bien es Lucía, tapada hasta la cabeza y después de haber dado todas las vueltas posibles para caer rendida. 

Feliz semana de la lactancia materna para mí y para todas. Que nos hagan cada vez menos preguntas incómodas, jeje, a las que muchas veces yo me quedo sin responder por mi timidez. Y que nos den ánimos, cariño y tranquilidad, en vez de alternativas.









miércoles, 23 de julio de 2014

Verano

Lucía va contándole a todo el mundo, con carita de pena, cómo nuestro coche, camino de casa de la abuelita Lola, comenzó a hacer un ruido muy raro, como un helicóptero (tatatatata), y está roto. Como consecuencia su papá ha estado  triste y hemos tenido que comprar un motor nuevo. Una pasta y nuestro medio de transporte para escaparnos alguna semanilla por ahí jodido. 
Pero eso no nos impide disfrutar del veranito, que es muy majo siempre. 
Algunas mañanas vamos a la playa, cargados como mulas. Poco a poco vamos perfeccionando el arte de prepararlo todo, el arte de llegar a la playa y colocarse y el arte de recoger todo, volver y prepararse para comer ya sin salitre y arena. La playa también va cada vez mejor, el agua menos helada, menos viento.. Aunque más gente, eso sí. 
Al menos dos veces por semanas, tenemos que ir a regar nuestro huerto, donde recibo ataques virulentos de mosquitos. Solo me atacan a mí, casi mejor, porque son feroces. Mi padre dice que son "mosquitos tigre". Pero, embadurnada de autan u otro repelente, es un placer regar al caer la tarde, me inundo de nuevo de recuerdos "decuandoerachica" y recolectamos unas cebollas que están buenísimas y les damos ánimos a nuestros tomates y pimientos a los que les está costando un poquillo crecer.



Hacemos planes a la fresquita con nuestras amigas, que a lo mejor terminan por no invitarme si sigo llevándome a toda la trupe y añado también a la primita Inma, por si fuéramos ya pocos. Es broma, si encima me las cuidan mejor que "na". Siempre se intenta que el lugar sea apropiado para niñas que no paran y ya está. Y si la peque se hace caca más fuera del pañal que dentro, para eso estamos los papás.
Quedamos también con los compis de Lucía, y sus madres, en el parque, en la piscina... 
 Las noches están siendo un poco movidas, porque la peque, que antaño dormía del tirón, ahora se desvela mil veces, ya sea por el calor (es super calurosa) o por los dientes (ya tiene tres), o porque la cuna se le queda pequeña y acaba dando patadas a los barrotes, o porque sí, que ya se sabe que los bebés pasan por distintas rachas en su patrón de sueño. En cuanto se despierta la primera vez en la madrugada, la paso con nosotros a la cama y le doy el pecho. Y le doy el pecho todas las veces que se despierta y yo duermo así, un poco doblada, por lo que mi espalda se va resintiendo. Papá piofaurio, que siempre ha alabado las virtudes de la enana, empieza ya a criticarla, porque, igual que hiciera Lucía, le pega patadas en las costillas a las cinco o a las seis de la mañana. Ya no le cae tan bien. 


Desgraciadamente, este está siendo el verano en el que no nos quitamos el pellizco en el estómago y la indignación crece con cada bombardeo de Israel en la franja de Gaza, mientras que la comunidad internacional no hace nada, ni siquiera se pronuncia. El ejército más moderno del mundo (vaya orgullo) contra una población civil, que se arremolina en sus casa sabiendo que en cualquier momento pueden volar por los aires. Qué desastre y qué pena de mundo este. El pellizco crece más y más al escuchar, por ejemplo, como mueren familias enteras, con sus niños (hermanos, primitos) y sus bebés. Uno de ocho meses, escuché ayer. Casi como mi Vistoria. La impotencia también es muy grande, qué puede hacer uno. Va circulando por las redes sociales esta página, y en ella un listado de productos a los que se puede hacer boicot no comprándolos, porque provienen de Israel o porque se trata de multinacionales de alguna manera aliadas de ese gobierno. Que tiene dinero y poder, y por eso puede asesinar.

jueves, 10 de julio de 2014

Una noche de San Juan

Esta noche de San Juan no iba a mojarme los pies en la playa al dar las doce, ni iba a acercarme a una hoguera con un papel lleno de lo que quisiera desterrar de mi vida para quemarlo, ni iba a contemplar fuegos artificiales. 


Hubo un tiempo lejano (ya voy tirando a viejuna) en el que el motivo de quedarme en casa en esa noche no eran las obligaciones familiares, sino los exámenes finales durante la carrera, o las oposiciones. Esta pasada noche de San Juan me visitó el recuerdo de una de esas noches encerrada en casa, en la casa de mis padres. Un poco antes de las doce, mi Yeya me acompañó a la terraza, para ver de lejos los fuegos artificiales. De pronto, se inventó un rito para las dos y, con todas las luces apagadas, encendimos unas velas que apoyamos en la balaustrada de la terraza. Va a ser que esa noche es de verdad mágica, porque si cierro los ojos, puedo notar el aire fresco y la felicidad que sentía, aunque no estaba de fiesta y tenía un examen al día siguiente.

sábado, 5 de julio de 2014

La guarde



Lucía, como niña que es, aún no tiene conciencia del paso del tiempo, ni siquiera controla las mediciones temporales. Así puede proclamar: "Anoche yo voy a la playa con Tito Paco" o cosas así. Por eso, su último día de guarde solo fue diferente porque llevamos unos regalos a sus seños Toñi y Mari Gracia y algún detalle más para las demás (regalitos hechos a mano por Lomita Dessins), y al salir me contó que su gran amiga María le dijo adiós. Ni pena, ni nostalgia, ni nada. Todo eso lo sentía yo por ella. Porque una sí sabe que ya no va a compartir más mañanas con María, porque van a distindo cole, ni con su Toñi "mi Toñi", ni haremos el camino que tantísimas mañanas hemos recorrido, ni...También sé, por supuesto, que no pasa nada, que la vida es así, vamos quemando etapas y si han sido buenas, de qué quejarnos, mejor que mejor, más recuerdos agradables. Todos los finales de curso suelo pasarme un buen rato del último claustro llorando por los compañeros que se van del centro, porque normalmente siempre se va gente especial para una, con los que tenías afinidad, has trabajado codo con codo, te has divertido... Si lo pienso, pasan por mi vida muchas personas valiosas, un punto a favor más para mi profesión. Pero la llantina correspondiente no me la quita nadie. 

Lucía comenzó en la guardería muy pequeñita, en un septiembre en el que inauguraba sus siete meses. Ahora, al ver las fotos de sus primeros días y, sobre todo, al vivir los siete meses de la hermana, me doy más cuenta de ello. No me planteé mucho el debate guardería sí o no, porque las dos abuelas trabajan, la guardería del papu prefiero usarla para los días en que estén malillas y no tenemos familia en la localidad donde vivimos. Si una de esas variantes hubiera sido diferente, pues seguramente el primer año nos hubiéramos ahorrado la guardería y sus miles de virus variados e insistentes, que hicieron que Lucía solo asistiera semanas completas ya al final de curso. Es durillo el primer curso. Prometen que se inmunizará, y es cierto, pero por el camino, demasiados mocos, tos, virus gastrointestinales que a ella casi no le afectaban y nos tenían a los demás dos días medio muriéndonos, llaguitas en la boca, en fin. El primer día la llevó su papá, porque siempre tengo mi examen de septiembre el primer día temprano, y comentó que no la llevaba más de la pena que le dio. Cuesta mucho trabajo, es decir, la dejas, sin más, no vas a montar ningún numerito, pero se te coge un nudo en el estómago considerable. Lucía no lloraba, casi nunca lo ha hecho (lo cual ayuda), pero porque era tan pequeña que creo que no era consciente. Vuelta a lo mismo: una que sí que era consciente, que la veía con su carita muy seria (eso sí), sentadita en su carro, sin saber dónde estaba, por lo que lloraba como una magdalena camino al instituto. En unos días ya no lloré, pero el nudo lo he tenido al menos dos cursos a la hora de dejarla. Ya este año no, las dos éramos muy veteranas. Nunca ha dado mucho problema en la guarde: ha comido muy bien, se ha portado muy bien, "es una campeona", me han dicho siempre. Bueno, también nos han comentado, que es "muy gobernosa" y que tiene mucho genio lo cual es cierto cien por cien. Ese curso, alguna vez lo he comentado, fue duro por las noches, ya que se juntaba el malestar por estar siempre malilla y el tener muchas ganas de mami y de teta en la madrugada. Con lo cual, la llegada del verano, de dormir en su cama, de ya respirar bien, supuso un gran alivio. Al final de curso tuvo un brote de agresividad enana. Le daba por gritar "no" (bueno, eso le ha durado hasta hace poco, je, je) moviendo los dedos o la cabeza que daba miedo, y pegaba. Nosotros lo hacíamos a veces fatal, lo reconozco, porque nos costaba aguantar la risa, sobre todo las primeras veces, porque era un moco autoritario. Pero pronto comenzamos a regañarle y a sentarla en el sofá cuando lo hacía y se le pasó. No creo que se le pasara por eso, sino porque son rachas. Ni que fuera solo influencia de la camorra de la guarde, que dejaba a veces un mordisco señalado en su bracito. Ese primer curso de la guarde terminó con la fiesta fin de curso, de la que ya relaté la gran actuación. Pasó de ser una bebé bebé, a una bebé caminante, comiendo prácticamente de todo y mostrando su personalidad al mundo entero. 

Durante el segundo curso disminuyeron considerablemente las enfermedades. Pasamos de la clase de los bebés a la clase de un año, a tener material para hacer fichas, y boletín de notas al finalizar los trimestres. Las seños me contaban que despertaba a los bebés que intentaban dormir después de comer, cuando los juntaban a todos en un mismo aula, porque los mecía y cantaba. La eligieron angelito de la fiesta de Navidad, lo cual me puso extrañamente orgullosa. Pero, desgraciadamente, otra vez se trunco su carrera artística, ya que justo ese día estaba muy malita, con mucha fiebre. La llevé un ratito por no dejar el belén sin una de sus figuras, pero mi suegra, que estaba por aquí pasando unos días, la recogió pronto. Además de esto, ella no se quería poner el traje, recordemos que estaba con su rebeldía en uno de sus puntos más altos. Al acabar el segundo curso, me propusieron quitarle el pañal. Habíamos estado en una charla,organizada por la misma escuela infantil una tarde, sobre el control de esfínteres. Por cierto, que esa fue la primera vez que descubrimos que tenía una amiga muy amiga, María, porque las dos, al verse aquella tarde, se fundieron en un tierno abrazo. Nosotros pensábamos empezar a quitarle el pañal en verano, cuando estuviéramos menos estresados que a finales de junio, pero pensamos que las seños con su experiencia nos serían de ayuda. Así fue. Durante una semana le tenía que llevar tres mudas a la guarde y las usaba todas y fue un poco durillo, pero a la siguiente semana ya controlaba. Esta aventura del control de esfínteres da para una entrada independiente, un poco escatológica, eso sí.

Y llegó este tercer curso, tan diferente. Lucía lo finaliza totalmente transformada. Al menos esa es la impresión que yo tengo. Ha sido el curso de entrar un poquito más tarde, porque mamá no ha trabajado fuera de casa, de ir a la guarde mostrando orgullosa a su hermanita, de avanzar tremendamente en el lenguaje, de hacerse completamente una niña, sin nada de bebé. Lucía nace en los primeros días de febrero, con lo cual es de las mayorcitas, hecho que se nota muchísimo. En este curso ha nombrado a más amiguitos, los ha invitado a su cumple, ella ha sido invitada y ahí estoy yo, de mamá, interactuando con otras madres, gracias a las nuevas tecnologías. Esa evolución en el lenguaje consigue que al salir de la guarde nos haya contado muchas cosas: que Alejandro le había pegado, que los niños le quitaban las coletas, que fulanita se había portado mal, que ella había llorado, que (me preocuparía si no supiera que le llama sopa a cualquier plato de cuchara) todos los días ha comido sopa, que en su guarde hay una clase de bebés como Vistoria, pero no tan guapos, etc. He comprobado el cariño que le tiene a sus seños, sobre todo a Toñi, a la que denomina "mi Toñi"; pero también a todas las demas. A dos de ellas nos las encontramos en el supermercado y es indescriptible la carilla que puso al verlas, y la sorpresa. Pensaba que venían a comprar aspitos (por lo visto tienen un arsenal) y, al verlas marchar, estaba segura de que iban hacia la guarde, no las ubica fuera de allí. Este curso ha participado también de muchas actividades y de sus primeras excursiones y salidas. La primera excursión, con su autobús y todo (que para ella fue lo más destacado) fue al parque de bomberos. Allí la dejé en la guarde con su mochilita, su gorrita, su botellita de agua. Ay., qué tontonas nos ponemos las madre. Otro día fueron a hacer yoga. Venía un poco mosqueada, porque no le salía la postura del árbol. Qué personajillo. 

Por lo tanto, esta etapa está superada y se coge el pellizquito, qué rápido crecen, es verdad, por eternas que te hayan parecido a veces algunas situaciones.

La siguiente etapa, igual me debería dar miedo, el cole grande, y ella de vuelta a ser la más pequeña. Pero no, no me da miedo. Creo que se va a portar muy bien, se va a divertir, va a hacer nuevos amigos y nuevas amigas rápido. Querrá mucho también a sus maestras o maestros y, lo mejor, nos seguirá contando su día a día, destacando siempre lo que ella le dé la gana y con esa manera tan graciosa de relatar su vida que tiene. ¿Tendremos pellizco en el estómago al dejarla los primeros días? Seguro.

Foto: La entrada de la guarde. Sacada de la web: www.alhaurinelgrande.net

jueves, 26 de junio de 2014

La excusa perfecta

Hay mamás que están deseando tener un bebé, si es niña mejor, para ponerle ropita monísima y miles de accesorios. Yo no (exceptuando las felpas). Para mí es un coñazo (perdón por la expresión) el decidir qué ponerle a una bebé. De hecho, de pequeñísimas solo les pondría bodies y pijamas, porque muchas veces la ropa de bebés no es nada cómoda y porque yo no tengo arte para vestir, peinar y adornar niñas. Para estas mamás que sí tienen este arte, es una excusa perfecta para hacer minipases de modelos y jugar a las muñecas.

Ser mamá para mí es también una excusa perfecta para otras cosas:

Si voy a la playa a no leer, a no estar tranquila bajo el sol, a tener una teta fuera del bikini y otra dentro, a soportar una o dos enanas encima, disfruto de otros placeres como cocinar con arena, construir los típicos castillos con el cubito o buscar piedras siguiendo diferentes criterios: "blancas y redondas", "negras grandes", "brillantes", etc.
Si Lucía quiere ver Frozen o Rapunzel otra vez, finjo que es un fastidio, pero en realidad estoy encantada y me siento a ratos con ella para ver entusiasmada la escena en la que Elsa construye el castillo de hielo, que comprendo que a ella la deje con la boca abierta, porque a mí también; y  eso que no la hemos visto en el cine. O la escena de los farolillos de Rapunzel, qué bonito y qué romántico. 



Los dibujos animados televisivos me suelen divertir igualmente. Peppa pig con tantos animalitos, me recuerda, salvando las distancias, a La aldea del Arce, porque allí también convivían familias de diferentes tipos de animales... Sí, Peppa Pig es más simplón y siempre acaban riendo con las patas para arriba, posiblemente después de revolcarse en un charco de barro (me hace gracia, qué chica soy). Ben y Holly con su mundo mágico y ese Caillou con esos papás que nunca se enfadan porque son de Canadá, el Dino tren...Un capítulo de Dora la exploradora me cuesta más trabajo verlo, la verdad. Pero me encanta cuando el zorro quiere robar y todos debemos decir "¡¡Swiper no robes!!" y él desiste con un resignado "¡¡jolín!!".



Flipo, pero mucho, en las jugueterías y librerías infantiles. No me refiero a secciones dentro de grandes almacenes sino a locales pequeños, muy cuidados y, generalmente, educativos, ya formen parte de una franquicia de éxito, ya sean negocios con menos pretensiones. Así que tener niñas pequeñas es la excusa perfecta para entrar y comprar un libro como este y tener muchas ganas de leerlo:


Una ya es mayorcita para comprarse cuadernillos para colorear, así que me gusta cuando Lucía me pide que coloree con ella, lo que pasa es que es muy mandona (perdón, que tiene dotes de liderazgo) y me limita mucho, mientras ella es capaz de pintar tooodo de un mismo color. En fin.
Tengo también la excusa para cantar canciones infantiles y aprender las coreografías. Cuando Lucía juega con su micrófono, siempre le pido que me lo deje y me pongo a berrear alguna canción, imaginándome que canto bien. Si me concedieran el deseo de ser buena en alguna disciplina artística, elegiría cantar o bailar, sin duda. Mejor las dos cosas.
Puedo celebrar mi cumpleaños en un parque sin parecer una caprichosa, porque las niñas lo pasan allí muy bien (excusa). Y planifico visitas al zoo, a una exposición de dinosaurios, al mariposario...
Como madre abnegada que soy, devoro la mitad de las chucherías que le regalan a Lucía en un cumple, ya sea en paquetitos o de una piñata, para que se piquen mis dientes y no los suyos. Ella ya se va dando cuenta y protesta. Qué desagradecida.
Y, sobre todo, aprender, volver a aprender, ver el mundo desde sus ojos, un redescubrimiento constante.





martes, 17 de junio de 2014

Lo más difícil

Antes de que naciera Lucía pensaba que lo más difícil iba a ser simplemente cogerla en brazos o vestirla (y ensayé vistiendo a un muñeco, sí). Tenía miedo de ser demasiado torpe para saber hacerlo. Sin ser la madre más habilidosa, me quedo de las últimas en ese ranking, lo hice desde el primer segundo; no queda otra opción.
Lo más difícil se descubre poco a poco, cuando compruebas de golpe la responsabilidad tan grande, el amor que desborda, el sufrimiento que implica. Un día, más adelante, pronto en el caso de Lucía, descubres que esa persona que depende de ti, que es tu responsabilidad, no es una réplica tuya en pequeñita, que tiene su propio carácter, que dice que no con todas sus ganas y que se comporta mal en una rebeldía que resulta muy precoz. Llega entonces la inseguridad y el miedo. 
Sé cómo no quiero educar, con violencia. Porque me dan ganas de llorar o me tambaleo por dentro si veo situaciones violentas y si yo participo de ellas (no soy ninguna santa) tardo en recuperarme. Si la violencia es hacia un niño, pues peor. Complicado a veces dominar mi genio, también con lo que más amo en este mundo. Pero me siento vencedora si lo consigo, aunque mi hija no sea la más obediente del mundo. Siento que pierdo si me he pasado con mi niña alguna vez o si me pongo hecha un basilisco con mis alumnos, porque no consigo mucho, solo dolor de cabeza y conciencia de que no he dominado la situación. En eso tengo que cambiar, porque en clase me parece que grito demasiado.
Temo ser demasiado indulgente y que mis niñas se me vayan de las manos. He escuchado muy a menudo la sentencia del orientador sobre alumnos o alumnas muy conflictivos: "no le han puesto límites". ¡¡Dios!! ¿Y cómo narices se ponen límites? ¿Lo estaré haciendo bien? Me tranquilizo al leer que poner límites es guiar al niño, indicarle lo que está bien o está mal, lo que es peligroso, lo que es ofensivo para los demás. Vale, creo que eso lo hago. Pero no es tan sencillo... Hay que ser consecuentes, firmes sin dejar de mostrar que los queremos, no contradecirnos... 
Si alguna gente de mi alrededor ha dudado de mi capacidad para educar con firmeza, para imponer disciplina, no los culpo, ya que yo lo hago continuamente. Además, si alguna situación difícil se da en público: una rabieta, un desplante, me suelo paralizar, no pienso con mucha claridad. 
Papá piofaurio y yo a veces formamos un tándem perfecto y el día en que él tiene la paciencia a menos cero, yo soy la poli buena, y viceversa. No pensamos exactamente igual, pero acordamos unas normas y unos comportamientos inaceptables, de esos para sentarse un ratito a reflexionar. Con nuestra cani demasiadas veces nos miramos y decimos: ¡¡ay, qué adolescencia nos espera!!. Pero a veces también miro más allá de esas aguas turbulentas y veo en Lucía (Vistoria es aún demasiado bebé) una gran persona, independiente, lista, valiente, divertida, porque ya es un poco así. Me imagino repleta de orgullo al verla feliz. Comprendo lo que se han podido alegrar mis padres con mis logros y los de mis hermanos, sobre todo eso, si nos ven felices.
Así que habrá que confiar un poco en una misma (y en los millones de libros que pienso leer y en los millones de mensaje que enviaré a mi madre si me encuentro perdida). Confiar en que no lo estamos haciendo mal, en que gran parte de la educación se hace a través del ejemplo y nosotros somos buena gente y nos rodea buena gente. Confiar en que la mejor manera de "fabricar" personas buenas es hacerlas felices. Conseguir que se quieran mucho a sí mismas, para que no tengan que odiar a nadie. Confiar en el padre de las criaturas, en su templaza y sentido común.
Pero igualmente perseverar, tener muuucha paciencia, no bajar la guardia ni rendirse, aprender cada día, confiar pero no confiarse, perdonar nuestros errores, etc.
 
Esto es lo difícil para mí, esta tremenda responsabilidad que a veces ahoga. Me gustaría estar segura de mi estilo educativo, ya sea de una vertiente o de otra, pero me temo que, como en el vestir, no tengo un estilo muy concreto.

Para terminar, dos citas que me gustaron y copié y pegué un día:

Los niños necesitan más modelos a seguir y menos críticas” –Joubert-  

"Los niños son esos mimos naturales que actúan como sus padres a pesar de todos nuestros esfuerzos por enseñarles buenos modales"





viernes, 13 de junio de 2014

Mis libros de mama

Los siguientes libros son los que no hubiese comprado y leído si no hubiera sido mamá. Hay muchas maneras de vivir la maternidad. No me imagino la mía sin buscar en internet, sin leer interesantísimos o divertidísimos blogs de madres o sin subrayar y anotar estos libros:

1) La Biblia del embarazo, bajo la dirección de la doctora Anne Deans.


 Lo compré porque me pareció un tocho considerable al que no se le debía escapar ningún secreto del embarazo y porque me resultó atractivo, bien editado. Fue en unos grandes y conocidísimos almacenes, en Granada, mientras esperaba a papá piofaurio que daba clases en una academia de oposiciones y recién recién embarazada. Esa tarde, entre otras cosas, seguía llamando a algunas amigas para contarles la noticia. Me lo leí de cabo a rabo, lo subrayé y anoté. Resultó ser muy completo y útil. En mi segundo embarazo no lo he vuelto a leer, ni siquiera lo subrayado, pero sí las páginas dónde se explican e ilustran los cambios que mamá y  bebé vamos sufriendo mes a mes.

Subrayé, por ejemplo: Hacer ejercicio durante el embarazo mejorará el estado de su corazón y pulmones, su espalda, estimulará su circulación, le ayudará a controlar un aumento excesivo de peso, reducirá los trastornos digestivos, le aliviará los calambres y dolores musculares y le fortalecerá los músculos.

2) El nuevo libro del cuidado del bebé de la doctora Miriam Stoppard.


Fue el regalo para mi 32º cumpleaños, en el que Lucía aún no tenía ni un mes. Le pedí a papá piofaurio algún libro que me ayudara como mamá novatísima. Lo fui leyendo por partes, según lo que me iba interesando o preocupando en cada momento. La forma de crianza que propone su autora me pareció equilibrada y, en muchos aspectos, se parecía mucho a lo que nosotros veníamos haciendo ya respecto a temas como el llanto, el sueño...Es muy completo y  resulta ameno.

Algo de lo que subrayé: (...) significa que su hijo está contento cuando está físicamente cerca de usted. En muchas culturas los bebés están siempre en contacto con el cuerpo de su madre, y estos niños lloran muy poco. 

3) Bésame mucho, de Carlos González.



 No recuerdo muy bien dónde y en qué momento lo compré. Supongo que leí sobre su autor, uno de los pediatras defensores y conocedores de la lactancia materna y me interesó. No he leído el libro por completo, pero sí bastantes fragmentos. En él se defiende un tipo de crianza basada en el contacto, la cercanía, el olvidar normas que nos imponen desde fuera y seguir tu instinto, etc. Se habla de la lactancia, de coger en brazos, de dormir sin llorar, del colecho, etc. Sin ser una seguidora fiel de todas las propuestas de este pediatra, prefiero leer su libro y compartir que es un placer a veces dormir a tu bebé en brazos (mi espalda seguramente no opina igual) que leer un libro que me haga sentir mal por hacerlo.

Subrayé, por ejemplo: (...) Y así, poco a poco, vamos "malcriando" al niño, es decir, enseñándole a dar más importancia a las cosas materiales que a los seres humanos. (...) Es imposible malcriar a un niño por hacerle mucho caso, cogerlo mucho en brazos, consolarle mucho cuando llora o jugar mucho con él. (...) 

4) Un regalo para toda la vida, de Carlos González también.



 Lo compré ya tarde, me hubiera venido muy bien tenerlo desde que nació Lucía. Por eso se lo recomiendo a todas las mamás que vayan a dar el pecho. Aún lo sigo consultando y siempre me resulta útil y tranquilizador.

He releído mil veces lo siguiente, para cerciorarme de estar haciéndolo bien: A demanda significa en cualquier momento, sin mirar el reloj, sin pensar en el tiempo, tanto si el bebé ha mamado hace cinco horas como si ha mamado hace cinco minutos.

5) La alimentación infantil, de Assumpta Miralpeix.



Me lo prestó mi cuñada cuando comencé a darle los purés de vegetal a Lucía. La mitad del libro son recetas de comidas que puedes ir preparando a los enanos según cumplen meses. Ahora lo vuelvo a consultar.
 Me he encontrado una anotación junto a la receta del puré de coliflor: " No, lo vomita".

6) Todo un mundo por descubrir, de Elizabeth Fordor y Montserrán Morán.


Con Lucía, creo que lo he comentado alguna vez, asistí a algunas sesiones de varios talleres de juegos para bebés. Me gustó mucho la experiencia y creo que fue allí donde nos recomendaron este libro. Tengo que decir, no sin un poco de culpa, que le hice mucho más caso a la parte teórica que a llevar a cabo los juegos. Ahora estoy volviéndome a leer los juegos que corresponden a la edad de la peque, ¡¡a ver si me pongo las pilas!!

Subrayé esto, por ejemplo: Obsérvale cuando juega concentrado con unas cajas o cuencos: tal vez para ti no tenga ningún valor en sí el jaleo que se trae con las tapas y cacharros, pero para él es la actividad que él mismo se ha impuesto y esta experiencia es fundamental para su porvenir, para convertirse en un estudiante motivado, interesado y concentrado en sus deberes y más tarde en un adulto lógico, coherente y automotivado, en una palabra, en un ser humano. 

6) Suppernanny, de Jo Frost.


 
Lo compré, leí y subrayé el verano pasado. De él me quedo con el razonamiento de la importancia de las rutinas y con el recurso del tiempo de reflexión cuando hay un mal comportamiento. Lucía ya hace tiempo que no se sienta en el banquito a reflexionar (a tranquilizarse, más bien), los terribles dos años (también apasionantes y divertidos) han dejado paso a los  tres (esta vez dejemos de etiquetar a los años), no exentos de problemillas, claro. Y no somos los reyes de las rutinas, pero lo intentamos.

Me acabo de leer la parte donde trata sobre los niños de tres a cinco años y he subrayado esto: El comportamiento del niño que empieza a dar sus primeros pasos no se esfuma cuando cumple los tres años; de hecho, muchos expertos consideran que, hasta los cuatro años, el niño sigue estando en esa etapa. El autocontrol va llegando poco a poco, y posiblemente disminuyan las rabietas, pero no desaparecerán por completo.

7) Todo un mundo de sensaciones, de Elizabeth Fordor, Mª Carmen García-Castellón y Montserrán Morán.



Lo pedí como regalo de santo antes de que naciera Vistoria. Es como la primera parte de Todo un mundo por descubrir. He seguido la dinámica de leer cada capítulo cuando la peque se acercaba al mes correspondiente. Me na encantado conocer qué podía esperar de mi bebé cada mes, porque me hacía observarla con más detenimiento. Aunque otra vez entono el mea culpa, porque no he realizado los juegos con la frecuencia que se recomienda. Muchas tardes los intentaba hacer implicando a Lucía y, los primeros meses era difícil, pero hace poco pasamos un ratito guay las tres jugando a la pelota.

El juego de la pelota voladora le da mucha risa a Vistoria. El bebé está tumbado boca arriba y se la acerca una pelota para que estire los brazos para cogerla. Cuando la roce, se lanza hacia arriba y el bebé se parte de risa.

8) Ser padres y madres. ¿Dónde está el manual de instrucciones? de Cristina García (edición 2.0).


 Es el libro que voy consultando ahora si me agobia alguna cuestión que tenga que ver con Lucía. Me lo pasó una chica estupenda que es psicóloga y, entre otras cosas, tiene este blog: Creciendo juntos. Me está gustando la filosofía de su autora, porque desdramatiza y te ofrece pautas claras y sencillas de actuación, ya que el libro se estructura a partir de consultas reales de papás.

Cito algo de lo que he leído: Esta faceta de negarse a dar besos suele sentar peor a los padres, abuelos, tíos... que al propio niño. Se interpreta la conducta
del niño como de rechazo hacia los familiares que tanto lo quieren. “Con lo que yo te quiero y no me das un beso. ¿Es que ya no me quieres? ¿Es que no me lo merezco?”. Cuidado con estas ideas y pensamientos de los adultos, pues lo único
que hacen es forzar al peque y no respetar algo tan íntimo como es el contacto y los besos.

9) Tú eres la mejor madre del mundo, de José María Paricio.



Este libro me tiene enamorada, me lo acabo de comprar. Lo recomendó la mamá pediatra en su blog (fantástico, por cierto). Su autor es un pediatra con 40 años de experiencia que explica todo con mucho cariño y sentido común. Es el creador de una de las páginas más útiles para las mamás que damos el pecho, e-lactancia, donde puedes encontrar qué sustancias (medicamentos y demás) son compatibles con la lactancia y qué nivel de riesgo puede tener para el bebé. Tras leer la introducción y un poco del primer capítulo, ahora voy leyendo el capítulo de alimentación complementaria. No descarto leer capítulos ya superados, el del embarazo, por ejemplo, porque la lectura es agradable y me siento identificada como mamá con lo que transmite.

He subrayado, por ejemplo: la mayor parte de las veces que un niño "no come suficiente" o "no come nada" se trata de un error de apreciación, un desequilibrio entre lo que esperamos que coma y lo que realmente es capaz de comer y probablemente está comiendo (...)

En cuanto a otras lecturas, mientras que con Lucía tardé al menos cinco meses en volver a leer a mi ritmo, con Vistoria he estado leyendo desde el primer momento y siempre tengo un libro esperando en la mesita de noche, que además suelo coger con muchas ganas. 





miércoles, 28 de mayo de 2014

Algunas pequeñas cosas muy grandes III

Comienzo a escribir en lunes, con mucho sueño. Ha sido un fin de semana de muchas emociones: feria, final de champion, elecciones... Mucha calle y poco descanso. Tengo un montón de notas sobre avances, ocurrencias y otras monerías de mis niñas. Ahí van.


Tosía ya pronuncia muy bien su nombre, así que a partir de ahora, y hasta que su hermana la llame de alguna manera graciosa, la llamaré como se llama, Lucía. Como se llama ella y otros cuantos millones de niñas españolas, que es raro ir al parque o a cualquier otro sitio y no encontrarse a una pequeña tocaya. Lucía tiene el pelito muy rizado y le crece ingobernable y a lo afro. Menos mal que ya se le pasó el odio por las felpas que tenía de pequeña, cuando se las quitaba y las lanzaba como un boomerang, y ahora incluso me deja que le coja una mini coleta. Para ir a la guarde no, me contó el otro día que es que los niños se la quitan. Había estado todo el año negándose a llevar coleta y ya por fin me explicó el motivo. Hoy la lleva, a ver qué pasa.

La peque flipa con las botellas de agua vacías, con un paquete de toallitas o de clínex. Papá piofaurio opina que deberían inventar un mordedor que imitara exactamente la forma, textura, etc., de un paquete de clínex, porque es perfecto para que un bebé lo muerda. Cuando le quitamos alguno de esos objetos, su ira no tiene límites, vaya genio se gasta  la gordita. Ayer comprobé que, como Lucía cuando tenía sus edad, es una psicópata de los manteles de papel de los bares, sus manitas son rápidas e implacables arrancándolo a tiritas, arrugándolo e intentando llevárselo a la boca; todo ello con cara de loca.

Lucía no conjuga los verbos irregulares, como es normal. "Yo sepo, yo hazo, yo tieno...". Una frase suya que me encanta es cuando le cuesta dormirse por las noches y dice: "¡yo no tieno fuerzas para dormir!". Un juego de palabras hizo un día, ya hace unas semanas, cuando su padre veía un partido de fútbol del Málaga. Tenía el balón Duda, que falló un gol. Entonces Lucía comentó: "Oh, Duda ha dudado".

Vistoria empieza también a hacer sus pinitos con el lenguaje. Su única frase es "ba, ba, ba, ba", pero la puede decir cabreada, contenta, triste...La importancia está en el matiz. Ha perfeccionado su movimiento de cabeza diciendo que no y sabe que al público le gusta, con lo cual lo hace con todas sus ganas, que parece que se va descoyuntar. Luego sube las manitas y las mueve como bailando flamenco, mientras se las mira, porque es muy muy bonito. Tiene a los papus locos cantándole.

Lucía tiene muchos momentos tiernos y los tengo que contar, porque luego ella va de dura por la vida (bromeo, por supuesto, es solo una niña). Ayer le compré una gorra de Peppa Pig para su primera excursión y me dio un abrazo para decirme:"gracias, mamá". Le pasó igual cuando le regalé su paraguas, sí, de Peppa Pig. Son continuos sus te quiero mucho, pero el otro día fue a más, nos abrazó a la hermana y  a mí mientras nos decía " os quierooo". Una mañana se levantó y se vino a la cama. Yo le estaba dando la teta a Vistoria tumbada, así que se echó al lado para comentar lo bonita que era la hermana y que era nuestra. Sin embargo, de su padre debe pensar que es solo suyo, ya que un día sugirió la posibilidad de buscarle otro padre a la hermanita. Tendremos que hacer un casting.

 La peque en el fular, bajo el paraguas, bajo la lluvia, con una carita de asombro, de felicidad que solo se ve en los niños.

El último detalle no es de una de mis hijas, es de una alumna que tuve ya hace nueve o diez años (qué viejuna soy). Me la encontré de casualidad por Facebook, etiquetada en la foto de otra alumna de otro instituto, porque ambas se gradúan al mismo tiempo en Educación Infantil. Le pregunté si se acordaba de mí y su respuesta me hizo mucha gracia. Primero porque me dijo que yo era la mejor maestra de Lengua que había tenido y yo le di clase en 1º y 2º de ESO, muy novata y en unos grupos de locura. Ella era de esas alumnas que se convierten en un oasis con su carita de buena mirándome con pena y comprensión y sus deberes siempre hechos. Casi todos los demás estaban como cabras. Lo segundo que me hizo sonreír es que destacó que era la profe que cogía la tiza distinta a los demás y que escribía en la pizarra todo en mayúsculas. Esto último ha sido así hasta hace unos añillos que me esforcé por escribir también en minúscula. Espero acordarme el curso que viene cuando vuelva.


Ya es miércoles y sigo con sueño. Os dejo una de las nanas que le suelo cantar a Vistoria, aunque yo lo hago con más marcha y le cambio la letra a las estrofas, porque no me la sé muy bien.













miércoles, 21 de mayo de 2014

La primita Inma

 Imagen: La primita Inma y tita Chiqui. By la primita Inma. Abril 2014. 
Lástima tener la memoria de Dori, la de Buscando a Nemo, y no poder recordar todas las ocurrencias graciosas que la primita Inma ha tenido desde que comenzó a hablar. Lástima también no poder infiltrarme en su clase de tercero de infantil y presenciar sus intervenciones en la asamblea, cuando mire a la seño y a sus compañeros con sus grandes ojos de color increíble y suelte algún pensamiento filosófico que ni el mismo Aristóteles en sus buenos tiempos. Deben flipar con ella. Un ejemplo: un día que se quedó con los papus y de pronto se puso triste porque echaba de menos a su madre. La babu le consoló diciéndole que era solo un ratito, que pronto llegaría y pasaría todo el tiempo del mundo con ella. Entonces ella contestó algo así como que ese tiempo que estaba viviendo ahora ya se habría perdido, ya habría pasado y no estaba con su madre. ¿Cómo se os queda el cuerpo?
Aparte de sus razonamientos filosóficos, desde que nació, la primita Inma es una niña muy dulce y cariñosa. Hubo una época cuando era muy enana, que estaba todo el día dando besos; a personas, animales, plantas y cosas. La recuerdo hecha una bolita, tirarse de pronto al suelo en el porche de casa de los papus para darle un beso a una hormiga. O un día en que le dejé registrar mi monedero y le dio un beso a mi DNI.
A veces bromeamos comentando que es de otro siglo, del s.XIX, que se ha escapado de una novela de Jane Austen o de las hermanas Bronte. La noche que esperábamos a que llegara al mundo otra pequeña de nuestro super club de niñas, Ariadna,  Inmita asomada a los ventanales del hospital hizo un comentario sobre la hermosa noche estrellada que dejó muertos a los que la escucharon. Además adora escribir cartas (en eso igual se parece a mí, ejem ejem). Las escribe desde antes de aprender a escribir. De estas a mí me escribió varias: " Querida tita Chiqui (ella me llama así): tenemos que ir con tus amigas al refugio del burrito...". A la que inunda a cartas, a cartas de amor, es a la babu. Miles de "te quiero", dibujos de las dos, corazones y mensajes que derriten... Babu dice que podría forrar su casa con tanta carta.También le encantan las tablets, que muy del s.XIX no es.
Para Tosía la primita Inma es lo más.  Dice que va a cumplir cinco años para ir al mismo cole que ella. La sigue y la imita cuando están juntas y repite sus muletillas. Lleva varios días diciendo por todo "joeee" con el mismo tono y todo que ella. No siempre su relación ha sido idílica, pero ahora se llevan muy bien, se reciben con un abrazo y se pasan jugando todo el día. Cuando Tosía nació es que era muy aburrida, no hacía nada. Y, cuando creció, se convirtió en un incordio absoluto. Así a veces Inma me preguntaba si no podía ir a casa de los papus yo sola y yo bromeaba con que nos íbamos a mudar a vivir allí, para ver su cara de "no, no puede ser". Como he dicho antes, la relación ha mejorado mucho. Según Inmita porque han aprendido técnicas para llevarse bien. Sí, técnicas.
El vocabulario de la primita Inma siempre ha sido espectacular. Y sus juegos de palabras muy divertidos. El microondas si se dirigía a una segunda persona era "tu-croondas". Mi preferido es cuando le preguntó a mi madre por quién era el señor que había en un póster en mi cuarto (mi cuarto de toda la vida). Mi madre le dijo que era Antonio Machado (sí qué pasa, con un poema debajo) y ella volvió a preguntar: "¿machado de menos?" Qué bonita. El otro día, sin embargo, le faltaron palabras para describirme a su futura hermana. "Es como un plátano tumbado" y se tiró al suelo  en posición fetal para hacerlo más gráfico.
 A veces sus super ojos se ponen tristes y siempre acaba confesando qué le pasa, lo que es muy bueno, Inmita dice todo lo que piensa o siente; por ejemplo, una tarde que le dijo a la babu que estaba triste poque a ella le caía mejor Tosía. A veces se vuelve loca como una cabra y ríe, salta, juega sin parar. En las comidas familiares, de vez en cuando le da la risa como si se hubiera tomado unos tintitos como el papu. A veces saca su genio, no creáis que es una rosa de pitiminí. Un día en el parque  Tosía, al caer del tobogán, quedó atrapada como en un sándwich por dos niños. Entonces Inmita se fue para ellas gritando: ¡¡¡Eyyy, tíosss!!! Y la frenó su mamá, que si no...
Tenemos mucha suerte de tener a la primita Inma en nuestras vidas.




jueves, 15 de mayo de 2014

La teta



Dar de mamar a la peque tumbada en la cama, pegadita a ella, me da dolor de espaldas y me da calorcito, paz, amor a raudales. Le cojo la manita, abro los ojos, me suelta la teta, me mira fijamente y comienza a tocarme la cara, a darme golpecitos. De pronto hace un movimiento de búsqueda exagerado y vuelve a lo suyo con más ahinco. Hay mucha intimidad, mucha ternura, casi no se puede explicar con palabras.
La verdad es que soy una convencida y una enamorada de la teta. Aunque las verdaderas enamoradas desde que nacieron han sido mis niñas. Aún recuerdo con las ganas que Tosia comenzó a comer nada más nacer, lo que me asombró mucho (no tanto como sus ojos tan abiertos la primera vez que nos vimos cara a cara). Ellas siempre han querido la teta y siempre la han tenido: por hambre, por sed, por sueño, por consuelo, etc., a demanda es eso. Hablo en pasado, pero así continuó con la peque. Supongo que a veces hasta me he pasado, pero es que no lo sé hacer de otra manera.
 Con las dos tuve dificultades al comienzo. Son durillos los comienzos de la lactancia y de la crianza en general. Lo que se conoce como puerperio. Esto se debería explicar muy bien a las futuras mamis, para que no se sientan mal si se agobian mucho o se ponen tristes y, sobre todo, a las parejas y gente más cercana, se necesita ayuda y comprensión. Una está vulnerable por entero, incluidos los pezones; las boquitas minis y la poca experiencia del bebé hacen el resto. A mi me ha merecido mucho la pena seguir adelante, muchísimo. Sé que mis grietas o mis mastitis no han sido problemas tan graves como los de otras mujeres, pero en mis dos lactancias he buscado ayuda o he ido al médico, y me he.informado lo mejor que he podido. Una muchacha de la asociación Criar con apego me ayudó en ambas ocasiones.  En la primera ocasión fue nuestro pediatra el que me aconsejó acudir a ellas. Este hecho, después de leer las cosas que les dicen a otras mujeres algunos profesionales de la salud, me vuelve a convencer de que tenemos suerte con el nuestro y con las matronas que he conocido. Tosía no había cogido mucho peso. El pèdiatra y la asesora me explicaron que la bebé debía vaciar bien un pecho antes de pasarlo al otro, porque así tomaría la leche más cargada de grasa. Nada de diez munutos en un pecho y cambio, eso no funciona. Si alguna vez un pecho se me quedaba demasiado lleno, me lo vaciaba un poco manualmente, para prevenir otros males. A los cinco días de tener a Vistoria me dio una mastitis, pecho rojo y duro, escalofríos. El médico de cabecera me mandó antibióticos, pero yo sabía que debía curar las grietas, que aparecen por mal posicionamiento o mal agarre. Llame a la asesora de lactancia y me dijo que tenía que verme la teta. Así que un sábado por la mañana quedé con ella en su casa. Me aconsejo mucho Purelan, cambio de postura (que me enseñó allí mismo), no ponerme discos absorbentes sino unas copas recolectoras de leche y unos parches de hidrogel. Tener los pechos al aire es  muy eficaz también, ya que la idea es que la herida no esté siempre húmeda, y más barato. Mientras se curaba la grieta yo decidí también usar pezoneras, porque al cogerse la bebé veía las estrellas.  Tomé también probióticos, tras leer que pueden ser beneficiosos. Todo esto me sirvió. Mis tetas que son muy raras, según mi amiga Laura, que ha dado el pecho sin ningún accesorio.Mención especial en esto de los accesorios para mi cojín de lactancia. ¡¡I love you, cojín!!
Despues de las dificultades, disfruté y disfruto de una lactancia genial.Hay muchos momentos graciosos y un millón de.miradas de amor absoluto.  Lo que no quiere decir que todo sea perfecto. Desesperan algunas cosas, por ejemplo, las tomas eternas, sobre todo porque da mucha sed y te quedas sin energía. Con Tosía volví a verme completas las series Friends y Sexo en Nueva York. Con Vistoria me pasé al ordenador y, entre otras cosas, voy escribiendo este blog.
Como a mi nadie me convenció para dar el pecho ni para continuar, siempre lo he tenido bastante claro, yo intentaría no convencer a nadie que no quisiese coger esta opción. Pero me ofrezco a ayudar y animar a quien sí la elija, aunque sea contándole mi experiencia. Porque dar la teta me está regalando momentos inigualables y mis hijas se crian, se están criando, una más espigadita siempre, otra con ocho kilos redonditos de lactancia exclusiva, estupendamente.
Ayer leía en Facebook este artículo donde pienso que se explican todos los intríngulis de la lactancia de manera muy clara. Es algo muy natural, pero no está de más estar muy bien informada para respondernos las dudas y responder a todo aquel que te dé consejos sin ningún fundamento, que hablar es gratis. Para ello también es muy bueno el libro de Carlos González, Un regalo para toda la vida.
 Un regalo para las tres: mamá, Tosía y Vistoria. Y para papá piofaurio, que no ha tenido que levantarse de madrugada a preparar ningún biberón...

Posdata: una asignatura pendiente es hacerme alguna fotillo chula dando el pecho. Esta está bien, me la hizo un compañero del instituto un día que les visité con Tosía bebé, pero solo se intuye...