martes, 3 de febrero de 2015

Mi maestra zen ha cumplido cuatro años

Lucía ya tiene cuatro añitos y hoy sin embargo se mostraba un poco desilusionada, porque aún se veía pequeña, así que ha intentado convencerme de que aún tenía tres y le ha preguntado a su padre que cuándo cumpliría cinco. 
Ella se ve pequeña, y lo es, y yo la siento enorme, ¡¡ya han pasado cuatro años!!

Últimamente nos peleamos mucho: retos constantes, enfados, berrinches, una mala racha. Aún así lo alternamos con muestras de amor absoluto y reconciliaciones donde nos abrazamos pidiéndonos perdón. Así que en un mismo día tenemos una Lucía cariñosa, divertida, que cuida de su hermana y una Lucía caprichosa, cabezona. Y a una mamá piofaurio dulce y cariñosa o una mamá piofaurio convertida en un Tyrannosaurus rex por lo menos.

Estoy leyendo el libro Padres conscientes, hijos felices. En sus primeras páginas sus autores plantean que nuestros hijos son los mejores maestros zen que podemos tener. Desde que nacen hasta que alcanzan la independencia, necesitamos cada día estar muy presentes para ellos, para entenderlos, conocer de verdad lo que sienten, resolver los conflictos de la mejor manera posible, etc. La paternidad y la maternidad como un entrenamiento constante de nuestra mente, de la gestión de nuestras propias emociones. El estar presente con ellos, que aún no deben entrenarse para vivir el presente con plenitud, porque lo hacen de manera natural. 

Feliz cumpleaños, por lo tanto, a mi maestra zen primera y principal, con la que hace cuatro años me inauguré como mamá, que sin duda es toda una aventura y el descubrimiento de un amor tan enorme que te hace sentir muy vulnerable y muy feliz al mismo tiempo.