miércoles, 29 de enero de 2014

Si volviera el viernes...




La semana pasada me llamaron de la Delegación de Educación para comunicarme que para que me concedieran el permiso de lactancia (al que voy a optar en forma de cuatro semanas sumadas a mi permiso de maternidad de 20 semanas) tenía que entregar un nuevo documento. Todavía no lo tengo en mis manos, pero es un compromiso que debes firmar que viene a decir que si después de estas semanas de permiso pides excedencia o un tiempo sin retribución, parte de ese permiso de lactancia te lo quitan. Según lo que le han dicho a mi apañadísima compañera administrativa del instituto, que me está ayudando con el papeleo, me restarán tres días de sueldo. Según otras voces, serán más. No entiendo por qué, pero así es.
Por esto me he enterado que mi permiso de maternidad, sin las semanas adicionales de las que  soy afortunada de disfrutar, terminaría este viernes. Para muchísimas madres españolas así es, son 16 semanas. Muy poco tiempo. 
Si me tuviera que incorporar el viernes, me tendría que dejar a una bebé aún muy pequeñita, que se alimenta de mí sin horario fijo y a casi todas horas, que está resfriada y que necesita a su mamá muchísimo. La tendría que dejar en la guardería (donde, por otra parte, no dudo que estaría bien atendida) porque sus dos abuelas también son mujeres trabajadoras. Volvería al trabajo con un nudo en la garganta; ahora mismo solo de pensar que podría ser así ya lo tengo.
El otro día en uno de mis momentos psicópatas de búsqueda en google ("gripe A en bebés") encontré las recomendaciones que dieron a la ciudadanía en 2009. A las madres que daban el pecho les recomendaban prolongar la lactancia. No sé cómo lo iban a poder hacer las madres trabajadoras. Muchas mujeres hacen malabares para encontrar tiempo y sacarse leche y dejarlas a sus bebés. Pero no es lo mismo. Me consta que a mi pequeña con su resfriado eterno, le ayuda que yo le dé de mamar. Si volviera el viernes... 
Posiblemente, encima, si volviera el viernes, sería yo la que me sentiría ahogada literalmente por un fuerte sentimiento de culpa. 
Esto no puede ser. 
 

martes, 21 de enero de 2014

¡¡Maldita tos!!

Esta mañana me he levantado pensando que quizá me vuelva loca por la tos. No por la mía, sino por la de mis niñas, que han amenizado la noche con toses varias y alternadas; igual se han puesto hasta de acuerdo. Me voy a volver loca y voy a desarrollar un trauma cuya consecuencia será pegarle un empujón a la gente que tosa. La tos de Tusía la conozco bien, el invierno pasado también la escuchaba casi todas las noches, sé que es por los mocos que se le instalan en la garganta y a veces con un vaso de agua se pasa. Es una "tos buena", aunque sea un coñazo, porque le ayuda a mover los mocos. Por cierto, los mocos también me vuelven loca, un día me puse a cantar en mi cabeza la copla: " mooocos verdeees, verdes cooomo la albahacaaa".
La tos de la pequeña es más inquietante; esta noche no me quedaba claro si era tos de  mocos, puede que sí, tiene millones, o tos de virus maligno que produce la bronquiolitis. Así que ella tosía y dormía, y yo daba cabezadas, despertaba, escuchaba atentamente esperando la siguente tos, encendía la luz y me incorporaba para verla, la ponía de ladito, etc., etc.. Eso mil veces. Ahora, sin embargo, está bien y en sus bocanadas de leche matutina ha expulsado moquillos. Pero cuesta quitarse el nudo en el estómago, porque es muy pequeña y porque una piensa si lo estará haciendo bien. Si la está abrigando bien (¡¡que es un virus, que no es enfriamiento!!), si airea bien las habitaciones, si será el humidificador que tiene bacterias, si tengo que lavar con más frecuencia los peluches...Y más... Debería hacerle caso a nuestro pediatra, que me cae genial porque no es nada trágico y da ánimos, que dice que son virus que trae Tusía de la guarde y que es lo que hay. No obstante, cuando llegamos de la guarde, nos lavamos las manos como si hubiésemos manipulado uranio, y el papi también cuando llega del insti. Papá piofaurio le grita a veces para que no se acerque demasiado a la hermana y yo me limito a intentar que no le tosa encima o le restriegue sus mocos verdes como la albahaca, porque decirle que no se acerque a ella es decirle que no se acerque a mí.



Noches y mañanas como estas me hacen desear tener en casa a un pediatra sabio de barba cana que me diga todo el rato qué les pasa y qué debo hacer en cada momento. Qué machista, ¿no?. O una pediatra o la madre Tierra con toda su sabiduría de mujer.
¡¡¡Que llegue el veranito, por Dios!!!

Ilustración: virus maligno

miércoles, 15 de enero de 2014

El matrón de Anatomía de Grey

Ayer la pequeña apenas me dio tregua, fue más que nunca la niña a la teta pegada, y además con gases, por lo que por la noche ya no podía más y deseaba más que nunca el momento relax de la noche, que a veces es más corto, otras un poquito más largo. Era martes así que me puse a ver Anatomía de Grey en Divinity. Sí, lo siento, sé que hay miles de series mejores, pero los líos amorosos de los médicos relajan y entretienen un montón. Viendo estaba la susodicha serie, cuando me acordé del día de mi parto. Y no es que ninguna de las protagonistas hubiese roto aguas, sino que me acordé del matrón que me atendió al llegar al hospital cuando iba a venir al mundo la peque. Era un muchacho muy atractivo, serio pero dulce (me decía "cariño" "chiqui", cosas así, pero sin perder la seriedad y la formalidad). A mí me recordó al pelirrojo de Anatomía de Grey,  sí, de verdad. Igual no se parecía ni un pimiento, pero se daba un aire y mi imaginación estaba desbordada. Mi imaginación, mis hormonas y mis nervios, acababa de romper aguas y mi segundo parto era inminente. Sentada con los monitores puestos, me lo imaginé en Irak, salvando vidas, amputando miembros heridos, sudoroso, lleno de sangre, todo un héroe, vamos.  Y es que el doctor Owen  se incorpora a la plantilla del Seattle Grace tras haber estado sirviendo a su patria en Irak; y pocos traumas que traía, el pobre. Por eso, me dio cosa pedirle agua de una botella que tenía junto al ordenador, vi una tontería molestarle con eso a él que había vivido duras historias en el campo de batalla. Se lo conté a mi madre que me dijo que vaya imaginación tenía, pero que estaba conmigo en que era un buen mozo, que más de una pediría que la explorara aunque no estuviera embarazada siquiera.


Queda un poco mal que la primera imagen que suba a este blog de mamá sea esta, pero hay que tener  en cuenta que el doctor Owen siempre ha querido ser padre, incluso rompió su relación con Cristina Yan (no sé si se escribe así el apellido) porque esta se negaba a ser madre y únicamente estaba interesada por su carrera como cirujana.
Entretiene un montón, lo dicho.




miércoles, 8 de enero de 2014

Cuentos personalizados

Voy a hablar de los Reyes, para mitigar la ansiedad que me produce que la peque vuelva a tener muchos mocos. Ya no hace el sonidito de Peppa Pig, sino de toda la familia Pig al unísono. Además en mi casa aún es Navidad, que todavía no he quitado ni el árbol ni el belén.
Los reyes, como siempre, han sido muy generosos. Han convertido a "Tosía" en una extraña, y bella, princesa- cantante pop ( y fotógrafa ocasional) y la han surtido de un montón de objetos, juegos e incluso muebles de la cerdita rosa. A Victoria le han traído cacharros musicales y luminosos para la cunita, cubitos y un palo de lluvia. Cuando "Tosía" tenía unos ocho meses asistí a algunas sesiones de un taller de juego y el palo de lluvia era uno de los juguetes que tenían allí y que recomendaban. Ella no le hizo mucho caso la mañana de Reyes, miraba más a su hermana que era su abridora oficial de regalos. Ahora, los mayores sí que nos podemos quedar enganchados, si no, probad. Y pijamas de la bisabuela para todos y todas, por supuesto.
De los Reyes lo que más me gusta es regalar. Este año me quedo con la cara de mi amigo invisible, cuando le di equivocadamente el regalo de santo de mi padre, una biografía de Vicente Ferrer, en vez de un juego para la play, y el pobre dijo: "ah, un libro, qué bien". Ay, ay, ay. Cuando le di el regalo auténtico su reacción fue diferente, jeje. Y los regalos de los que me siento más contenta como reina maga son los que le hice a mi sobrina: entradas para un teatro musical, Héroes y princesas y un cuento personalizado. Con el primero conseguía no regalar otro juguete ni nada material, que ya sabéis que los niños se juntan con millones de cosas, y sé que la experiencia, no sólo del teatro, sino del diíta tan bueno que puede echar en familia, le va a encantar. Del segundo es que me prendé al ver esta página http://www.perlasylunares.es/index.html   Y, luego,cuando los reyes lo trajeron ya me enamoré. El producto es precioso, con muchos detallitos, monísimo a más no poder. La idea es maravillosa y lo pude comprobar cuando mi sobrina, al mismo tiempo que iba leyendo despacito aún, descubría que la prota del cuento se llamaba como ella, que sus amiguitos se llamaban como los suyos del cole,etc. La carilla que ponía de asombro e ilusión era única y le decía a su madre: "lee, lee".

Posdata: la autora del cuento participa en un blog de mamis que curiosamente yo sigo por Facebook hace unos meses, sin saber que tenía algo que ver con perlas y lunares. Ni blog ni bloga, muy chulo.


sábado, 4 de enero de 2014

Este año promete...

La noche del primer día de este nuevo año, Toshía, medio adormilada ya en la cama, me dijo algo así como: "ya se ha acabado la fiesta de arriba de la escalera". Se refería a la fiesta de Nochevieja en casa de mis padres, en las que se junta toda mi familia y en la que ella disfrutó como una enana, como lo que es. Este nuevo año viene con nuevas pronunciaciones, nuevas palabras, nuevas construcciones sintácticas. Vamos notando día a día como su lenguaje se vuelve más rico y un poquitín más claro, menos cuando inventa canciones que lo hace en un idioma de orígenes desconocidos (como el euskera). El día dos de este año nuevo, estuvo un buen rato explicándome, con cara de "los mayores estos que no se enteran", por qué ella no es un bebé y nunca lo ha sido. Porque tiene los "brasos" grandes, la "badriga" grande, la "tabesa", etc. Toshía no se reconoce en sus fotos de bebé, siempre dice que esa no es ella, que es la hermana que sí es un bebé, y cualquierita la convence de lo contrario.
La enana, por su parte, también intenta expresarse cada vez con más claridad y elocuencia. Elige algunos momentos poco adecuados a veces, como las cuatro o cinco de la mañana, para contarme un montón de cosas, que yo básicamente interpreto como que está la mar de a gustito. Ya da los buenos días con una amplia sonrisa cuando se acaba de despertar en su cuna, menos si has tardado  en saber que está despierta y tiene mucha hambre y te mira muy enfadada (como dice Toshía). Incluso te grita, la mona. La adquisición expresiva de la peque que me hace más gracia y que acaba de estrenar este nuevo año es un puchero capaz de enternecer a la más dura roca. O de dar risa, tiene ese doble efecto. Tiene una variante espectacular, un mini cambio de humor, que es que está sonriendo y de pronto surge el puchero. Como diciendo: "sí, soy muy mona y muy simpática, pero no juegues conmigo, ¡¡cógeme ya en brazos o dame teta!!"
Solo llevamos cuatro días en este nuevo año. Esto promete...