domingo, 27 de diciembre de 2015

Primer trimestre

Ya le hemos dado esquinazo al primer trimestre, el que comienza en septiembre con mucho trabajo y agobio, el que nos hace aterrizar en la rutina de golpe, porque así lo hacemos nosotros, exprimimos el verano y su no-rutina hasta el último día, nada de preparar los cuerpos.

Termino el trimestre asombrada de la buena salud de todos y cada uno de los piofaurios de la familia, ¡¡no hemos faltado a clase ni un solo día!! Bueno, no recuerdo si la peque en septiembre faltó algún día. Nos hemos escapado de bronquitis, gargantas con placas, virus... Me siento como la mamá de "Los increíbles" o algo así, jajaja. Ni siquiera se han puesto enfermas las niñas al final de curso, se han saltado una tradición que cumplían año a año. Y ya está, dejo el tema, no vaya a ser que algún virus me esté escuchando y nos quiera visitar justo ahora en vacaciones.

Como profe la cosa no ha sido fácil, pero porque nunca lo es. Para mis clases tengo que poner en marcha mi imaginación constantemente y en clase tengo que derrochar una psicología y paciencia inaudita, y demasiada energía. Me quedo con la sensación de que estoy aprendiendo mucho y creciendo en mi profesión, lo que no está nada mal.

Como mami, ufff, qué de cosas...Primeramente, me di cuenta un día de que debía descansar. Que después de comer no me podía poner con cosas del instituto. Así que, si puedo, cierro los ojos un rato e incluso duermo y, si no, al menos paro un poco. Llegaba a la tarde- noche con nada de energía y cero paciencia. Lucía me dijo varias veces entre lágrimas algo así como "siento darte tantos problemas". Todavía debo pulir los "estoy harta", porque lo que estoy a esas horas es cansada, pero no debo hacer sentir mal a las niñas. Bueno, a Lucía, mi pequeña dama de la tragedia, porque Victoria aún no se da por aludida. Así que si me tengo que levantar un poquito más temprano, es preferible. Siempre he sido más de levantarme temprano para aprovechar el tiempo, por la noche  mi única meta es ducharme, cenar tranquila y tomarme mi infurelax, qué momentazo.

Victoria sigue con su teta, con dos modalidades: "teta-cojín" y "teta-dormir". Si estoy yo, pide teta por sueño, aburrimiento, porque sí, qué sé yo. Y yo me debato entre estar harta, sobre todo si la pide en público o la pide mucho por la noche, y en utilizarla , por ejemplo, para dormirla, porque es cómodo y  me gusta verla dormirse ahí acurrucadita como el bebé que está dejando de ser.

Además desde octubre nos embarcamos en la tarea "fuera pañales" y aún estamos en ello. El pipí lo controló el segundo día, pero la caca como que aún no. Han sido esporádicas las cacas en el váter y celebradas como la lotería que nos debió tocar el otro día, con toda la caca que hemos manipulado estos meses. Seguramente, no era el momento aún de quitarle el pañal, es pequeñita, así que nos toca esperar y aguantar. Ella es muy escrupulosa, pero para tener la caca encima parece que no. De hecho, el otro día estaba llenísima de caca, ella y parte de la casa, porque la había pisado y, en fin... Y al ponerla de pie en la bañera para ducharla, como había algún pelillo o pelusa, dijo con asco "¡¡está susio!!", jeje, me tuve que reír.

Ha sido el trimestre también de la jubilación de mi mamá,de la babu y ahí hemos estado en la coordinación de regalos y el evento final, lo cual me ha encantado. La babu está feliz y radiante y nosotros hemos compartido este gran momento con ella.


Así que esta es nuestra situación actual y en Navidad no temo romper con la rutina, al contrario, es lo que me gusta, ¡¡lo estoy deseando!! Un kit-kat de locura: fiestas, mucha comida, preparar disfraces, comprar regalos (casi todos online, eso sí) y estar con la gente, eso es lo mejor.
Además ayer Victoria hizo dos veces caca en el váter, en una de ellas casi se cuela porque se empeñó en sentarse ella sola y sin el adaptador, pero lo dicho "¡¡fiesta, fiesta!!"

Posdata: ¡¡Felices fiestas!!

miércoles, 7 de octubre de 2015

Somos muy afortunados

El domingo mi enana cumple dos añitos. Y, por distintas razones, parece que los hubiera cumplido ya hace tiempo. Porque su ropita es de talla dos hace muchos meses, porque me empeñé en clasificar pronto su genio y sus berrinches en "los terribles dos años" o porque tras ella nacieron tres primitas más pequeñas que la hacen mayor. Pero es muy pequeñita en realidad. Ahora va a cumplir los dos años. Entre los dos y los tres irá dejando de ser bebé para ser una niña (con más pelo, espero); pero aún es un bebé, ea.

El domingo hará dos años de mi segundo parto, bueno como el primero, experiencia grandiosa, que me hizo sentir como una superwoman y que me entregó a mi segundo tesoro.

Mi segundo tesoro, divertida y seductora con su caída de ojos irresistible. Fan de abrir los grifos y llenarse de agua, de pasear dos bebés a la vez, de que le lean cuentos donde aparecen leones que hacen "grrrrr".

Hoy he estado en tutoría en la guardería (convertida en un maravilloso circo, por cierto) y la seño me ha contado que está encantada con ella. Participa, ayuda a recoger, se queda sentadita en la asamblea y cuando dibujan, la ayuda a pasar lista gritando "¡ahí!" señalando a cada compañero y, increíble, hasta come algo de fruta de postre. En casa no es tan apacible, qué va.
  Quería hablar con la seño de la posibilidad de iniciar ahora la operación quitar pañal. No me decido del todo, pero ella me ha dicho que lo podemos intentar y, si vemos que no va y se aproxima el frío, pues lo volvemos a intentar en primavera. He estado leyendo sobre las pautas a seguir, he preguntado a mi madre que opina que es pronto... En fin, a ver qué hacemos, aunque no sé si sería muy buen regalo de cumple.

Así que el domingo, aunque aún tampoco hemos decidido cómo (si es que no tenemos respiro estos días), celebraremos a nuestra enana, nuestra boluchi, nuestra Victoria, que se está convirtiendo en una niña genial, como su hermana. Somos muy afortunados.

viernes, 25 de septiembre de 2015

La super madre trabajadora


De vez en cuando a Lucía y a mí nos viene bien pasar un rato las dos solas. Si estoy con las dos, la que requiere en todo momento mi atención es Victoria. Y, si no es ella la que se pega a mí como una lapa, soy yo la que tiene que estar muy atenta a que no se juegue la vida o haga alguna travesura. Como aparte de temeraria es muy graciosa y achuchable, paso el día dándole besos. Lucía también los necesita, así que suele acercarse y me pide "mimitos".

Por otro lado, me encanta obervar cómo juega Lucía. Tiene mucha imaginación y le encanta inventar y transformar. Juega con muchos juguetes a la vez, mezclando muñecos, piezas y demás. Esto último no me encanta tanto cuando me empeño en darles orden, pero bueno.

El otro día pasamos la tarde solas en casa. Comenzó siendo una peluquera de personas y animales. Me peinó, me echó un tinte rojo pasión, me pasó la plancha...Monísima me dejó. Luego, me explicó que también era doctora, y sacó su maletín de médica y se puso sus gafas de pasta azul y se colgó el estetoscopio.Uno de los utensilios para ejercer la medicina se transformó en una especie de martillo con el que construía casas. Especificó más adelante que, como no, curaba tanto a animales como personas y me pidió que fuera a ver a sus animales, porque aún no tenía clínica y tenía que visitarlos en casa. Había animales por todos lados: en cualquier caja, cesta... Era una veterinaria muy versátil, y lo mismo atendía a perros y gatos, como a ovejas, caballos y otras especies más exóticas. De pronto, apareció con su familia. Y qué familia: ¡¡¡cuatro bebés!!! Y, para colmo, con una hermana mayor, de la que decía estar más preocupada, ya no recuerdo por qué. No me digáis que no merece el premio a la mujer trabajadora del año: pluriempleada, con familia numerosa, la pobre conciliando ahí como puede, entre bebés y animalitos y personas a las que cortar el pelo. Un estrés. Gracias que al final pudo abrir su clínica, con su despacho y todo.

Lo mejor es que te lo va contando y manteniendo conversaciones contigo y así descubrí que, aparte de multiprofesional o multimadre, es una mujer con valores, muy preocupada, por ejemplo, por un perrito rosa que se quedaba sin dueño o por mí, porque me quedé muy seria (seguramente me estaba quedando dormida) mientras me echaba el tinte y esas cosas. "¿Qué te pasa, mamá? ¿Estás preocupada?"


Sacando a la prole a dar un paseo.


Al final, Lucía pudo montar su clínica. Este es el despacho.



Uno de sus pacientes.

lunes, 10 de agosto de 2015

Vacaciones en la Serranía de Cuenca

Acabamos de volver de una semana de vacaciones en la Serranía de Cuenca. Me alegro de haber vencido la pereza que me daba imaginar cualquier viaje con las pequeñas, porque la experiencia ha sido estupenda. Mi inspiración para elegir el lugar, una vez descartada Cantabria por un trayecto en coche demasiado largo, fue esta entrada en el blog "Bienvenidos a Lilliput", un blog de viajes con niños. Su propuesta me pareció genial y el viaje en el coche seguía siendo largo, pero no tanto, nos quedábamos en el centro de la península, nosotros que partimos del sur sur. 

Nos hemos hospedado en una casita rural que forma parte de un conjunto de casitas rurales llamado Las Cerrás, en un pueblecito llamado Las Majadas. Hemos estado como en casa, porque es un lugar ideal si se va con niños, ya que es un recinto cerrado, precioso, y no había ningún peligro de que andurrearan para arriba y para abajo. La casera, Remedios, es una mujer amable y cariñosa, que estaba encantada con las enanas. La peque le hacía mucha gracia, con su cara y sus maneras de bichillo y Lucía terminó de conquistarla cuando fue a decirle: "Te tengo que decir una cosa, ¿quieres un pinchito?" para invitarla a participar en una barbacoa que hicimos.

Los trayectos en coche han sido constantes, por carreteras de montañas preciosas, eso sí. Temíamos que Ía, que se suele marear, no parara de vomitar, pero lo ha llevado super bien. Cuando se mareaba un poco, nos avisaba, abríamos rápido las ventanillas, ella cogía una bolsa que llevaba siempre a su lado, parábamos y al bajarse del coche un minutillo ya se encontraba mejor y podíamos seguir. La peque, por su parte, lo ha llevado mucho mejor de lo que yo creía. Ha tenido sus momentos de protesta, de pedir teta sin parar, de llorar, pero también ha pasado gran parte de los trayectos durmiendo, ya que estaba muy cansadita normalmente después de una ruta por la montaña o un día de baño en el río. 

Tunel en la carretera de Los Tejadillos a Las Majadas.

Han disfrutado muchísimo. La peque no tenía que ir muy lejos, porque en el mismo recinto de la casa rural, había un "col" (caracol) de cerámica, y una "nana" y una tortuga, a los que adoraba. Salía corriendo a todas horas para verlos. Luego, en las rutas, es la que iba más cómoda, porque iba encima de papá piofaurio (y alguna vez encima de mí) en la mochila portabebés, pero también se desesperaba y, como no, pedía teta. Sus momentos de gloria eran cuando la dejábamos caminar por el bosque si veíamos que el terreno era propicio y cuando encontrábamos "pita" (agüita) en fuentes, ríos... Era complicado separarla de la "pita" una vez encontrada. Por eso disfrutó muchísimo el día que pasamos en una playa-piscina que forma el río Escabas a su paso por el pueblecito de Cañamares. Una maravilla.

Seguid, que yo me quedo en la "pita"

Ía, en el río que os comenté antes, se atrevió definitivamente a nadar con manguitos y nos demostraba su audacia una y otra vez. Un niño y una niña que pescaban mini peces del río le regalaron uno que metieron en un vasito de plástico. Por supuesto, había que devolverlo al río y esto fue un poco duro, porque estaba decidida a traérselo a casa como mascota. En las rutas a través de la montaña ha sido toda una campeona. Ella era la encargada de seguir las flechas verdes e indicarnos el camino correcto. Y en su cuello siempre llevaba los prismáticos de mi abuelo, de mi Yeyo, que no utilizaba muy bien, pero bueno, le daban un aire de exploradora que eso no se lo quita nadie. 



Personalmente, he disfrutado mucho, por mí misma y también por verlas a ellas. Y gracias a papá piofaurio que, entre otras cosas, era el encargado de preparar nuestros super pícnics, entusiasmado con la charcutería local. He perdido mis gafas de sol (ya estaban rotas), pero estoy encantada porque las machacó el ciervo Paquito. Sí, ¿quién puede decir que sus gafas las aplastó un ciervo? Otra cierva, Antonia, iba caminando al lado nuestro mientras visitábamos el parque cinegético y experimental de El Hosquillo, que recomiendo cien por cien. Y otro ciervo, un bambi precioso, se nos cruzó dando saltos atravesando la carretera.
Si Lucía jugaba a ser exploradora, yo un poco también, al menos descubridora de nuevos parajes, siempre con la cámara de fotos dispuesta para inmortalizar tanta belleza, aunque soy una de las peores fotógrafas del mundo. Aún así, me han quedado fotos por hacer: a ese ciervo que os comento cruzó delante de nuestro coche, un buitre que nos sobrevoló bastante cerca, los campos de girasoles espectaculares que hay en las zonas de menos altura de la serranía o a los osos del Hosquillo.

Se puede tomar teta y acariciar a una cierva al mismo tiempo.

Otras de las cosas que nos ha gustado, sobre todo a papá piofaurio que es de un pueblo pequeño, ha sido recorrer las calles de Las Majadas, estar en el parque, tomarnos unas cervecillas en una terracita, porque así las niñas han jugado también con otras niñas (es que eran todas niñas) del lugar, en la calle, sin peligro. Jugaban al escondite, al pilla pilla... Las niñas del pueblo le daban tres mil vueltas a Ía que siempre se la acababa mogando, porque además era de las más pequeñas. Y la enana perseguía a su hermana corriendo de acá para allá como una loca y abrazándola con toda su fuerza. Nadie la identificaba como niña hasta que yo gritaba su nombre preocupada por su temeridad. Y es que a sus no pendientes hay que sumarle su pelito rapado. 

Uno de los paisajes de Los callejones de Las Majadas.

En fin, una semana estupenda, con los amores de mi vida, en la naturaleza y sin pasar calor. Qué más se puede pedir.


miércoles, 29 de julio de 2015

El mando a distancia dentro de la tele y otras curiosidades de las enanas

Imaginaos una niña muy pequeñita, que corre con un bracito encogido que mueve rítmicamente arriba y abajo, que entra con su hermana desde la terraza de un restaurante a su interior y corre, corre, corre, sin parar, hasta meterse, sin bajar el ritmo un segundo, en la cocina. Esa es mi enana. Ayer estaba vacía, porque en verano en este restaurante en concreto cocinan en una cocina exterior, pero hace unos meses sucedió igual y en esa ocasión, entró despavorida en la cocina de una venta, conmigo persiguiéndola detrás, y al entrar resbaló y recorrió algunos metros deslizándose, porque acababan de fregar. Un show. Así de tranquilitos podemos salir a comer o cenar con ella. O a tomarnos un pastel, que ya intentó colarse varias veces en el obrador de una pastelería. 

Imaginaos ahora muchos juguetes y mucho caos. Es necesario hacer limpieza y reubicarlos. Para sacar un cubo de actividades del fondo de un armario, uno estrechito que tenemos bajo las literas -  y que es la casa, el palacio, el colegio, etc., de Lucía - le tengo que quitar uno de los lados y entonces, ¡¡sorpresa!!, aparece un dragón de peluche que le encantaba a Lucía y que hacía años que no veía. Pronto lo sumó a su guardería extraña de animales, le buscó una cunita y lo tapó, que hace mucho frío aquí en casa. Seguimos con la durísima y cansadísima y poco productiva tarea. En cada cajita pequeñita, bolsito, taponcito,etc.,por minúsculos que sean, hay siempre otra cosa, aunque sea un trocito de telita de tul rosa del vestido de una muñeca. Lucía (a partir de ahora le podría llamar Ía o Íaiaoooo, cantando, como le dice su hermana) es experta en esconder cosas, en guardar tesoros. Se lo contaba a papá piofaurio y este me pedía que estuviera atenta por si encontraba alguno de los pendrive que él ha perdido. Porque no es la primera vez que perdemos algo y es ella la que lo ha guardado. 
El mando a distancia de la tele lo hemos perdido varias veces. La primera vez me lo encontré yo en la funda de mi portátil un día en mitad de una reunión en el instituto. La segunda vez el mando estaba dentro de la tele. Sí, no es broma. Papá piofaurio la había estado reparando y alguna de las dos, esta vez es probable que fuera la enana, lo coló dentro.

Quién dijo aburrimiento. 

Un besito :-)

lunes, 20 de julio de 2015

Lectura de verano: Vivir para contarla de Gabriel García Márquez.

Una de las maravillas de las vacaciones de verano es tener más tiempo para leer. Durante el curso apenas le dedico unos minutos, que como mucho llegan a media hora, antes de dormirme. Me refiero a leer por placer el libro que eliga o que caiga en mis manos.
En Reyes siempre suceden cosas inesperadas y mágicas, y que siga así, y mi amiga invisible de este año me regaló "Vivir para contarla" de Gabriel García Márquez. Sabía que era una autobiografía, pero ha sido ahora con su lectura cuando he descubierto que solo lo es de parte de su vida, su infancia y su apasionante juventud. De este autor he leído poco, teniendo en cuenta toda su bibliografía, lo que pasa es que uno de sus libros es uno de mis preferidos, "Cien años de soledad", que además he leído varias veces y con la misma intensidad. En este libro que me acabo de terminar esta mañana muy temprano en la que he elegido leer en vez de dormir un poquito más, se narra el germen de otros de sus libros. Así que el otro día saqué de la biblioteca del instituto un par de ellos y busqué en casa de mis padres "La hojarasca" que fue su primera novela y que no sé cómo no me la he leído antes, porque de pequeña iba leyendo muchos de los libros que mis padres tenían en la estantería, y así me enamoraron Lorca con Yerma y La casa de Bernarda Alba o Machado con sus poesías. Igual es porque la portada me resultaba demasiado triste, llena de hojas secas marrones. Pues por ahí voy a seguir ahora mis lecturas de verano.

En el libro se transmite el amor y pasión primeramente por la literatura; por el periodismo, sobre todo por el género del reportaje; por Colombia, sus diferentes regiones y su historia tan complicada; por la música y el cine; y, sobre todo, por la vida.
Os dejo dos citas que tienen que ver con la mujer y con la educación de los niños. La primera dice refiriéndose a las mujeres: "También de allí puede venir mi convicción  de que son ellas las que sostienen el mundo, mientras los hombres lo desordenamos con nuestra brutalidad histórica". Y cuando narra su estancia en una escuela montessoriana que abrieron en su pueblo: "Con el talento y la belleza de la directora Rosa Elena Fergusson estudiar era algo tan maravilloso como jugar a estar vivos". Y "No creo que haya mejor método que el montessoriano para sensibilizar a los niños en las bellezas del mundo y para despertarles la curiosidad por los secretos de la vida". A mí me despierta la curiosidad por conocer la metodología de Montessori, que solo la conozco de oídas, aunque su esencia sí me ha llegado.
Pero muy lejos de sentirme madre, leyendo este libro me he imaginado como escritora, como reportera, como viajera por Colombia, bailando y amando.

Acabo de encontrar una cita sobre la lectura que me ha encantado: El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector. Joseph Conrad.


sábado, 18 de julio de 2015

Nueva lectura de mamá: Padres conscientes, hijos felices.

Hace ya bastantes meses que terminé de leer Padres conscientes, hijos felices de Jon y Myla Kabat-Zinn. Fue una de las lecturas recomendadas en el curso de mindfulness e inteligencia emocional en el aula que he realizado este curso  junto con otros compañeros y compañeras docentes. El conocimiento del mindfulness ha sido como descubrir que la vida puede ser otra cosa, que se puede vivir de otra manera. La verdad es que aún no he incorporado la práctica de la meditación en mi día a día, pero sí que me esfuerzo por pararme de vez en cuando solo a respirar, es decir, a ser consciente de que estoy respirando; que de respirar no paro, gracias a Dios. O en algunas tareas cotidianas me esfuerzo por no estar haciéndolas y estar pensando en otras mil cosas a la vez, sobre todo si estoy con las niñas. Es difícil, me cuesta mucho, pero el saber que es un buen camino y que podría conseguir un mejor manejo de mi mente ya es algo por lo que agradecer siempre a este curso y a su ponente, Olivia Recondo. Y, por supuesto, el compartirlo con mis alumnas y alumnos, que hubiera algunos/as que me pidieran hacer las prácticas porque "maestra, hoy la necesito" es muy bonito. Sabes que estás compartiendo con ellos/as una herramienta importante para toda su vida.También les encantaba por "perder" un poquito de clase, para qué nos vamos a engañar.

Leer este libro me transmitía todas las noches un poquito de paz, era una lectura muy reconfortante. Por supuesto, como hago con todos los libros, he ido subrayando y haciendo anotaciones super eruditas al margen: una carita feliz, un ojo, una corazoncito, etc.  Volveré a él, a releerlo siempre que me apetezca o lo necesite. 
Su epílogo, sin embargo, lo he dejado señalado con un marcapáginas y lo reeleré con más frecuencia. Comienza por explicar cuatro prácticas de consciencia plena que puedes llevar a cabo en tu día a día. Estas prácticas te pueden ayudar a parar y fijarte en el momento presente (en tu cuerpo, en tu respiración), a aceptar las cosas tal como son y pensar que no tienen que ser como esperamos que sean; a de verdad estar presente para tus hijos y no en mil otras problemáticas que nos pueden ocupar la mente; y a reaccionar de manera más calmada y coherente. Continúa con siete intenciones para una paternidad consciente. Intenciones como aprovechar esto de ser papás y mamás para cultivar nuestra creatividad, para crecer, conocernos mejor y darnos cuenta de las verdaderas necesidades de nuestros hijos y nuestras hijas. Por último, este epílogo nos ofrece doce ejercicios para una paternidad/maternidad consciente. Ejercicios como intentar encarnar una presencia silenciosa, aprender a vivir en tensión sin perder tu propio equilibrio (esto aplicado al ámbito del instituto es muy útil) o permitir "que la firmeza surja desde tu consciencia, tu corazón abierto, tu discernimiento, en lugar de que surja del miedo, la pretensión de superioridad moral y el deseo de controlar".

Posdata:el mindfulness simplemente también puede ayudarte a no ser un desastre con patas, como es mi caso. Si no que se lo digan a la primita Inma, a la que le perdí su maleta repleta de ropa, zapatos, etc. Aunque ella está encantada con sus zapatos y su ropa nueva. 

Necesito atención plena en vena.




sábado, 4 de julio de 2015

3, 2, 1...¡¡Terribles dos años!!

La niña de la coleta no cumple dos añitos hasta octubre, pero ya están apareciendo los primeros síntomas de los terribles dos años. Una especie de adolescencia en pequeñito, con sus caprichos, sus "¡¡no!!" alto y claro, sus manotazos a personas o cosas y, que Dios nos pille confesados, sus berrinches.
Mi madre y papá piofaurio se ríen un poco de mí, porque soy muy propensa a creer que existen todas las crisis que se supone se van sucediendo en los niños según su edad. Y es porque he comprobado con la experiencia que así es. Al menos con dos: la crisis de la lactancia a los tres meses y esta crisis o cambio al que denominan terribles dos años. 

Para que os hagáis una idea, ahora mismo yo le digo a mi bolita cualquier cosa, por ejemplo: "¡¡que nos vamos a Eurodisney!!", y su respuesta va a ser un "no" rotundo, acompañado de un manotazo destructor si hace falta y una cara de pocos amigos que da más risa que otra cosa. 
Por cierto, cuando tira algo al suelo con coraje lo que hacemos, aparte de regañarle, es hacer que lo coja, o intentarlo al menos. Normalmente lo suele coger, pero un día eso generó un berriche enorme. También porque estaba cansada, que es un factor desencadenante a tener en cuenta. 

Con Lucía sucedió igual e incluso antes. Por eso esta vez estoy más tranquila, y no me he lanzado a mandar mensajes de auxilio a mi amiga psicopedagoga porque tengo un monstruito en casa y da un poco de miedo. Lo mejor que puedo hacer es apuntarme al gimnasio y mejorar mi tono muscular, porque cuando la niña de la coleta tiene una rabieta es difícil cogerla y transportarla a un sitio tranquilo, o es complicado sentarla en el carrito o en la silla del coche si no quiere. 

Las miradas de asombro, incomprensión o pena que te puede dirigir la gente al ver a tu dulce hija en plan rebelde también las llevo mejor. Con Lucía confieso que lo llevaba fatal y me invadía la culpa, que una mamá sin sentimiento de culpa no es lo mismo. Ahora repito como un mantra "es solo una fase" y "su rebeldía enana no es culpa mía, es parte de su desarrollo". Y "mi niña va a ser la persona más autónoma del mundo y una mujer de armas tomar".

Por supuesto, aparte de terribles, las proximidades de los dos añitos son maravillosas. Solo el hecho de que repita todas las palabras que escucha y vaya construyendo ya sus primeras frases es un flipe. Aparte de que la niña de la coleta es tela de graciosa, cariñosa, divertida... Quizá demasiado divertida, un poquito de calma y paz no vendrían mal.
 

domingo, 19 de abril de 2015

El lenguaje de los piofaurios

En la familia piofaurio, como en todas las familias, hay un uso del lenguaje propio. Quizá por defecto profesional, a mí me encanta analizarlo y me divierto enormemente con las palabras, enunciados o conversaciones inéditas que se producen.

Por ejemplo, quién me iba a decir a mí, que tendría que chillar frases como "¡¡No comas chinos!!" mientras veo a Victoria haciendo lo que se sabía que iba a hacer pasando el día en el campo de los titos, con una buena parte del terreno cubierto de chinos, llevarse alguno a la boca para saborearlo, por si sabía a salchichón o morcilla, que Victoria tiene el paladar acostumbrado al embutido castizo, de todas las veces que vamos al pueblo de papá piofaurio. "En el suelo no se pinta" "papá piofaurio, Lira Lira ha metido latas de cerveza en la lavadora", "no se sube uno a la mesa del salón", etc., son algunas de las otras frases que me veo a mí misma pronunciando y que si me paro a analizar me dan un poco de risa; y las situaciones que lo provocan, sobre todo la última, me dan miedo, no sé a dónde va a llegar esta Lira Lira (también conocida como "la niña de la coleta") en su afán por escalar a lugares inaccesibles y realizar experimentos.
Y si a tu amiga amiguísima le sale del alma decirte "es que las madres sois asquerosas" y lo sacas de contexto, pues te puedes replantear la amistad. Escuchado dentro de su contexto tenía toda su razón de ser.

Lira Lira, aparte de ser una alpinista en potencia, está avanzando mucho con su lenguaje. Ya intenta repetir todas las palabras que va escuchando, a veces con fortuna, otras casi. Hace unas semanas mantuvimos una "conversación" que os transcribo a continuación:

Mamá piofaurio: "Ca-rri-to"

Lira Lira: "Co-co-co"

Mamá piofaurio: "Ca-rri-to"

Lira Lira: "¡Co- co- co!"

Mamá piofaurio: "Ca-rri-to"

Lira Lira: "¡¡¡Co- co- coooo!!!"

Y "cococo" se ha dicho, cualquiera la convencía de lo contrario. Es una chica de carácter, pero también es una niña muy cariñosa y ya se va aprendiendo  los nombres de los miembros de la familia como el tito "Pa- cummm" y la prima "Mmmm- ma". Pero su mejor palabra, la que la hacemos repetir para que nos regale los oídos es "globo" porque lo dice en portugués, con toda su boquita redondita y su voz un poco grave: "o bobo". Derrite a cualquiera "o bobo".

Pero la reina del lenguaje piofaurio, para mí, es mi patito, Lucía. Sus confusiones lingüísticas son tan bonitas...
Por ejemplo, vamos subiendo una de mas enormes cuestas de nuestro pueblo, ella libre, yo empujando el carrito con Lira Lira. Me paro un momento para tomar aliento, se vuelve y me dice con cara de bicho absoluto: "mamá, estás polva, ¿eh?". Estoy por mandarle una carta a la RAE y que incluyan "polva" en la próxima edición del diccionario. 
El otro día estaba haciendo caca y me tranquilizó diciendo que había podido hacer caca bien, porque "las peras están más blanditas que el whisky". Si esta frase no se explica, es difícil de entender para cualquiera fuera de la familia piofaurio. Bueno, para qué mentiros, yo tuve que pararme un momento para poder descifrarla. Hace unos meses le costaba hacer caca e intentábamos que comiera kiwis, sin mucho éxito. Sin embargo, patito sí come otras frutas: manzanas, peras, etc. Por lo tanto, intentaba convencerme de las bondades de la pera y que no era necesario comer kiwi, lo que pasa es que dijo whisky. Un fallo lo tiene cualquiera.
Como todos los niños, usa los verbos de manera irregular (regular, en realidad) o mezclando tiempos o modos. Por ejemplo, para patito el infinitivo de "salir" es "salgar". Es decir, que usa el subjuntivo del verbo todo el rato. "¡¡Bien, Lira Lira se ha salgado de la bañera!!" dijo ayer.
Este invierno, una de esas tardes largas en casa, se inventó un juego en el que Lira Lira y yo teníamos que seguirla por la casa cantando y tocando las palmas por la casa, mientras ella gritaba: "¡¡vamos a palmar, vamos a palmar!!". Era bastante inquietante.
Sin duda, mis favoritos, son esos versos que no son versos, pero que podrían formar parte de cualquier poesía, ya sea una poesía que exprese conceptos o que juegue con el lenguaje. Os dejo dos ejemplos, porque son los que he apuntado, pero hay muchos más:

"¿A qué hoy es un día de primavera llover?"

"Ni siquiera le han regalado nada al sol ni a la luna"

Pero, ¡qué bonito, ¿no?! O tal vez es amor de madre :-)






martes, 14 de abril de 2015

Clasificación de noches

Noche soñada

Sueño que, junto al helado de leche merengada, las odiseas para ir a la playa, las vacaciones y el terral, el verano traiga las noches durmiendo del tirón. Lo sueño porque con Lucía sucedió así. Seguramente cuando esto ocurra, me levante sobresaltada por la mañana temprano, casi sin saber dónde estoy, y vaya corriendo a comprobar que Lira Lira sigue en su cama y que todo está bien, que no la han abducido los extraterrestres ni nada de eso. Después de casi un año sin dormir del tirón, puede resultar traumático. Pero una vez establecido, será un placer, que ya sabemos que a lo bueno nos acostumbramos pronto.

Buena noche

Una buena noche comprende en primer lugar dormirse relajada, con lo cual las niñas han debido dormirse no muy tarde y Lira Lira no lleva a cabo su primer despertar nocturno hasta que yo estoy debidamente frita. Si su primer despertar me pilla en trance, me despertaré, iré hacia su cama medio sonámbula, me tumbaré a su lado y le daré la teta mientras caigo en tres segundos profundamente dormida otra vez. No importa cuántos sean los despertares (bueno, para que la noche sea buena, lo que se dice buena, no deben ser muchos) si sigo en ese estado somnoliento. Cuando me despierto una de estas noches, no sé muy bien dónde estoy, si en mi cama, en la de la bebé o en la cama de un hotelito con papá piofaurio (mis ganas).

Noche regular

Es como la anterior, pero por algún motivo salgo del estado de somnolencia. Puede ser porque tenga alguna preocupación que me desvela o porque no sea tan fácil volver a dormir a la enana. O, como he dicho antes, porque se despierte demasiadas veces.

Noche mala

Suele coincidir con salidas de dientes, alguna enfermedad o virus, que sobre ropa por el calor, algún dolorcillo indeterminado... Estas cosas suelen implicar llanto a horas intempestivas, sueño inquieto con patadas y cabezazos, quejas y posturas inverosímiles. En estas noches, como podéis comprender, se duerme poco y te desesperas; y la desesperación te lleva a dormir peor y entras en una espiral nada agradable. Aunque he de decir que con Lira Lira el nivel de desesperación ha disminuido respecto a cómo era con Lucía. Ahora he aprendido a no mirar el reloj en la medida de lo posible, para no pensar "¡¡Dios mío, me queda solo una hora para que suene el despertador!!". Además si la noche ha sido mala, siempre tengo veinte minutos que cojo para hacer cosas del instituto o de la casa que puedo utilizar para prolongar el sueño un poquito más. 

Noche horrible

En una noche horrible Lira Lira está como en una noche mala (enferma, molesta...), pero la menda no está muy católica tampoco. Por poner un ejemplo cercano, la noche pasada. Me acosté ya sintiéndome atacada por el virus (es que era cuestión de tiempo). A las tres de la mañana, Lira Lira lloraba y me la encontré (siento por lo escatológico que se va a poner esto) llenita de caca (ella, la ropa, la cama). La cambié mientras lloraba e iba notando cómo me estaban entrando unas ganas horribles de vomitar. La cogí en volandas ya limpia (y berreando sin parar), la puse junto a un papá piofaurio también despierto y me fui a vomitar (te odio, virus). Luego volví a la cama, donde Lira Lira seguía llorando, la dejé allí en medio de nosotros e intenté calmarla. Me pidió teta y medio se durmió, pero con un sueño inquieto que me ha llevado hasta el borde de la cama y al papá a recibir patadas sin fin. Como no me encontraba muy bien no he podido conciliar muy bien el sueño. Menos mal que luego por la mañana no han despertado las dos hasta las diez y he podido vomitar y dormir tranquila.



¡¡¡Virus go home!!!





sábado, 11 de abril de 2015

A mi niña le pasa algo

El título de esta entrada es una frase que repite mucho mi madre, la babu, cuando alguna de sus cuatro nietas están penosillas y sus padres estamos cansados, un poco hartos de lloriqueos y en ese momento somos incapaces de descubrir cuál es el problema. Tiene más razón que un santo la babu. No es que las niñas no lloren a veces por caprichos o algún asunto sin mucha importancia, lo hacen muchas veces, para eso son niñas; pero ese grado de "penosidad" constante y difícil de calmar suele tener un motivo más más "grave". 
Hace unos fines de semana, Lira Lira lloriqueaba más de lo habitual y no tenía mucho apetito. El domingo aparecieron los primeros síntomas de la enfermedad mano, boca, pie. 
Ayer, al llegar a casa, también la encontré más irritable de lo habitual. Por la noche vomitó toda la cena y esta mañana no quiere desayunar, solo su teta. ¿Será un virus? Seguramente. Mi hermano y mi cuñada llaman a mis niñas, cariñosamente, "las primas virus". Y es que, una vez adquirido el virus, lo propagan por toda la familia. 
Así que a mi niña le pasa algo, pobrecita. Aunque sea solo que dos colmillitos afilados están empezando a asomar por su encía.



jueves, 2 de abril de 2015

Juegos y deberes

Las mamás y los papás somos espectadores privilegiados del día a día de la infancia de nuestros hijas e hijos, con su inocencia y sus juegos. Algunas veces en su modo de jugar nos descubrimos nosotros, con un poco de nostalgia por esa capacidad casi perdida. Lucía jugaba hace unos días con las pinzas de la ropa, a través de sus labios hablaban muy bajito entre ellas  y me acordé de mi manera de jugar, la de horas que pasaba sentada con un montón de rotuladores cariocas de muchos colores (la caja de 36), a veces dibujando muñequitas, otras muchas veces dándoles vida con mi imaginación. Y quien dice rotuladores, dice flores, los donpedros que en verano adornaban las noches de la casa de los Yeyos.

Ayer Lucía era una extraña princesa o reina, que se dirigía a mí con un lenguaje solemne. Vestía con unos calcetines de Frozen en las manos y la corona de su disfraz de Bella puesta al revés en la cabeza (de hecho, tenía una "piedra preciosa" oscilando sobre sus ojos). Para poder seguir con mis tareas de la casa y a la vez participar un poco de su juego, me metí en el papel y le contaba que iba a guardar unas cosas en la torre del palacio o que iba a recoger del tendedero la ropa mágica. Ella me perseguía explicándome cuál era su arma para "matar malos" (sí, ella es así, una princesa guerrera y teńía incluso encerrado en el armario a un hombre malo que había capturado), un micrófono que a la vez era una varita mágica que te podía convertir en rana. En su palacio tenía a unos cuantos bebés (nunca faltan los bebés, los hijos) durmiendo en sus cunitas, bien tapados hasta arriba. Nuestra Lira Lira se adaptaba bien al juego ; como normalmente, seguía con su labor incansable de destrucción y desorden y   de vez en cuando cogía a algunos de los hijitos o hijitas de Lucía y les daba paseos en el carrito. 
A la hora de recoger el cuarto, no fue nada perezosa, porque no recogía el cuarto, sino su palacio y lo dejó hecho un primor.

 
 Zapatillas de casa y zapatos de princesa perfectamente ordenados.

Un juego me tengo que inventar para que haga concentrada y conforme los deberes del cole. Todos los viernes trae del cole unas fichitas para hacer, repasar su nombre escrito con puntitos y ahora también los números. Cuesta que se ponga, porque, como es normal siempre está haciendo algo mejor y si se pone lo hace fullerillo para acabar pronto. Muchos de sus compis llevan las fichitas ya hechas el lunes, nosotras ni las hemos empezado normalmente el fin de semana y casi siempre las entregamos el jueves siguiente (ya se sabe que en casa del herrero...). Pero no me preocupa, evidentemente. Me parece un poco excesivo mandar ya deberes a una niña tan pequeña, en infantil de tres años; que los de Secundaria nos quejamos algunas veces de que del cole vienen sin hábitos de estudio y trabajo, pero no creo que haya que empezar tan pronto. Pero para que no se diga que yo he fomentado la rebeldía ante los deberes y me arrepienta luego en la adolescencia, lo integraré en un juego al que ella normalmente juega, el de trabajar en el instituto. Nos pondremos las dos un ratito al día a jugar a trabajar y así seguro que los hace con más ganas. O la dejaré que los haga absolutamente a su manera, que algunas veces olvido que es pequeña y que lo importante es jugar y la agobio para que los haga y los haga correctamente.
No llevo muy bien esto de los deberes, ya veis que me muevo en una bipolaridad que no me gusta. 
Lucía escribe en su agenda, pero  con su escritura luciforme o traza un mapa para llegar a casa de los papus o escribe notas musicales que luego nos interpreta. Todo ello es más maravilloso que seguir las líneas de puntitos, yo sé que su maestra también está de acuerdo conmigo seguro.

 Escritura luciforme.

 Mapa para llegar a casa de los papus.



viernes, 13 de marzo de 2015

El dúo del dedito

Estoy participando con mis alumnos y alumnas de 1º ESO de Música en un proyecto colaborativo super chulo llamado El sonido que habito. La tarea final  a la que cada alumno o alumna debe llegar es a la publicación de una entrada que contiene un sonido grabado por ellos y editado en Soundcloud, un mapa con una marca de posición de dónde grabaron el sonido, un texto e imágenes de ese objeto o paisaje sonoro. Como durante todo el proceso hay que manejar bastantes herramientas TIC y a mí me encantan, pero aún soy torpecilla, yo he realizado todo el proceso para luego ser capaz de guiarlos a ellos. Menos mal que lo he hecho, porque aún así, las clases en las que están trabajando en el proyecto son una locura y surgen un montón de problemas, algunos de los cuales no me habían surgido a mí. Pero también son clases dinámicas, en las que me veo más capaz y me olvido por un tiempo de la flauta, jejeje. De todas formas, si otro curso no doy Música, pienso participar desde Lengua en el proyecto, que espero que continúe mucho años.

Total, os cuento todo esto porque mi sonido, mi objeto sonoro, es un dúo de Lucía y mío interpretando un super temazo de los Cantajuegos. La grabación con mi móvil no es muy buena, pero a mí me gusta el resultado. No solo me gusta, me emociona y me hace feliz. La imagen es una fotografía de la tita Esther (o de Sergio, no recuerdo bien). Da igual, ambos son unos artistas. Aquí os dejo imagen y sonido:





martes, 3 de febrero de 2015

Mi maestra zen ha cumplido cuatro años

Lucía ya tiene cuatro añitos y hoy sin embargo se mostraba un poco desilusionada, porque aún se veía pequeña, así que ha intentado convencerme de que aún tenía tres y le ha preguntado a su padre que cuándo cumpliría cinco. 
Ella se ve pequeña, y lo es, y yo la siento enorme, ¡¡ya han pasado cuatro años!!

Últimamente nos peleamos mucho: retos constantes, enfados, berrinches, una mala racha. Aún así lo alternamos con muestras de amor absoluto y reconciliaciones donde nos abrazamos pidiéndonos perdón. Así que en un mismo día tenemos una Lucía cariñosa, divertida, que cuida de su hermana y una Lucía caprichosa, cabezona. Y a una mamá piofaurio dulce y cariñosa o una mamá piofaurio convertida en un Tyrannosaurus rex por lo menos.

Estoy leyendo el libro Padres conscientes, hijos felices. En sus primeras páginas sus autores plantean que nuestros hijos son los mejores maestros zen que podemos tener. Desde que nacen hasta que alcanzan la independencia, necesitamos cada día estar muy presentes para ellos, para entenderlos, conocer de verdad lo que sienten, resolver los conflictos de la mejor manera posible, etc. La paternidad y la maternidad como un entrenamiento constante de nuestra mente, de la gestión de nuestras propias emociones. El estar presente con ellos, que aún no deben entrenarse para vivir el presente con plenitud, porque lo hacen de manera natural. 

Feliz cumpleaños, por lo tanto, a mi maestra zen primera y principal, con la que hace cuatro años me inauguré como mamá, que sin duda es toda una aventura y el descubrimiento de un amor tan enorme que te hace sentir muy vulnerable y muy feliz al mismo tiempo.



viernes, 30 de enero de 2015

Una tarde con Lira Lira

Lira Lira no para ni un segundo.  Os hago una enumeración de sus ocupaciones ayer por la tarde:

1) Mientras yo, ilusa, intentaba dormir la siesta, llegó con un pequeño macetero de un cactus que tenemos en la mesa del ordenador de papá piofaurio. Por supuesto, su contenido, tierra y cactus, quedaron desparramados por el pasillo. No estaban solos, estaban acompañados por las piezas de un puzzle de Kittie de la hermana que alcanzó a descolgar del pomo de la puerta y con el que estuvo jugando.

2) Cuando Lucía despertó de su siesta, la senté a su lado en el sofá a ver los dibujitos y estuvo un ratín que aproveché incluso para hacer una foto conmemorativa. Pero pronto decidió que era mucho mejor ponerse de pie y pegar tortas a su hermana. Se suele poner de pie también encima del calefactor, de la caja de cualquier juguete, de nuestras mesitas de noche, etc.

3) Mientras su hermana hacía caca se dedicó a sacar del mueble varios rollos de papel higiénico y con uno de ellos emuló al famoso perro de Scottex. Nota: le encanta estar con su hermana durante ese momento tan íntimo.

4) Separaba una y otra vez con bastante fuerza el espejo de pared de mi cuarto. En él tengo colgados mis collares y los estuvo machacando, por placer.

5) Si se cuela en el otro cuarto de baño, en el de los rollos de papel higiénico no, en el otro, se sienta en el calefactor que un día de estos va a petar, abre el grifo del bidé o saca utensilios de maquillaje de un cajoncito y los arroja a la bañera.

6) Sacó la ropa de varios cajones de su cuarto, sobre todo del cajón de la ropita interior de Lucía, su preferido para desordenar, aparte del de los zapatos.

Esto y mil cosas más, como coger cáscaras de cacahuete de la basura y degustarlas como si fuera un manjar. O su afición por la electrónica (los enchufes) que es la mar de preocupante.
Es rápida en pasar de una malignidad a otra, y silenciosa. Su cara tampoco se inmuta, es la misma cara de bicho mientras realiza la fechoría y cuando le regañas; si no se ríe, lo que es peor. 

Lira Lira escapando de casa de la abuelita Lola.

     

miércoles, 14 de enero de 2015

Bienvenida, mami

Esta tarde he estado en el curso de Atención Plena y, al llegar a casa, mi enana, mi Lira Lira, me ha recibido de la siguiente manera: ha recorrido el pasillo hacia mí tocando las palmas, me ha dedicado uno de sus hola cantarines, me ha lanzado besitos con su cabecita ligeramente inclinada hacia atrás, y con una carilla indescriptible, y luego me ha dicho muy sería mientras señalaba el cojín de lactancia " teta". Esto último lo ha repetido varias veces. 
 Así estamos ahora, ya no me puedo escapar, ha aprendido a pedir verbalmente la teta y además lo refuerza buscando el cojín, para que quede muy claro. 
Es graciosisima la peque. La llamaré a partir de ahora " Lira Lira" porque es la expresión principal de su lenguaje de bebé. Hoy explicaba a unos alumnos qué son las palabras comodín. Esta es la palabra comodín de la enana, sin duda, para todo sirve.
 Lucía ( o Lía, o Ía, a gritos mejor) también me ha recibido con un besazo que me ha llenado de energía para terminar el día. 
 Y papa piofaurio sí que se ha alegrado de que haya vuelto.




Lira Lira


Mamá piofaurio


 
Papá piofaurio
Autorretrato