sábado, 2 de agosto de 2014

Semana mundial de la lactancia materna

La semana pasada pasamos unos días de tranquilidad en el pueblo de papá piofaurio y retomé la lectura del libro de José María Paricio. Continúa pareciéndome un libro genial. En el capítulo sobre la lactancia materna, describe el hecho de amamantar como un arte, un arte (y un instinto, claro) de las mujeres, que se transmite de generación en generación. Durante mucho tiempo, por diversas razones, se impuso la cultura del biberón. Es esencial la labor que comenzaron a realizar grupo de mujeres (apoyadas, claro, por profesionales médicos) para devolver la importancia de ese arte, y, sobre todo, para recordar la manera de hacerlo bien. Aún hay trabajo, porque te siguen comentado "¡¡otra vez!!" si pones a mamar a tu bebé y hace poco que había estado en la teta. O te preguntan que cuándo le toca. No se sabe, cuando quiera. O que si no ha llorado todavía por qué le das otra vez. O en cuanto parece que se queda con hambre quieren que le metas un biberón con leche artificial. O que le des manzanilla. O que te pregunten sorprendidos o sorprendidas si aún mama tan mayor (ocho meses). Supongo que pronto no se harán estas preguntas, porque se verá normal la lactancia a demanda, exclusiva y prolongada si se desea.

Personalmente, me encuentro en un momento difícil de la lactancia. Porque la peque prefiere estar enganchada a la teta toda la noche y durante el día lo está menos; creo que por el calor, es muy sudorosa y las dos nos ponemos a sudar como pollos. Hoy justo leía una pregunta de otra mamá en un grupo de apoyo por Facebook, que consultaba por esto mismo (más o menos, lo suyo era peor, pobrecilla). Las otras mamás le respondían que el destete nocturno no era la solución, aunque podía probar, que a esta edad la fase del sueño se vuelve a veces más irregular (la verdad es que Lucía también empezó a dormir mal con ocho, nueve meses en adelante) ni tampoco darle un biberón, algunas lo habían probado y no se había solucionado. A pesar de que voy a acabar con mi espalda fatal, darle de mamar es una forma de que yo pueda seguir durmiendo, pese a las interrupciones. De hecho, a veces es lo que verdaderamente me da sueño. Buscando posibles soluciones para que durmiera bien, la hemos cambiado de cuarto, a su cama, por si era que la cuna se le quedaba chica, y qué va, sigue igual, la diferencia es que yo acabo dando paseos por la noche o durmiendo con ella en la cama pequeña, usando como almohada un peluche de una jirafa. Unas noches de verano muy intensas. La única que duerme super bien es Lucía, tapada hasta la cabeza y después de haber dado todas las vueltas posibles para caer rendida. 

Feliz semana de la lactancia materna para mí y para todas. Que nos hagan cada vez menos preguntas incómodas, jeje, a las que muchas veces yo me quedo sin responder por mi timidez. Y que nos den ánimos, cariño y tranquilidad, en vez de alternativas.









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