domingo, 21 de agosto de 2016

Libro de mamá: Se me hace bola

Este curso, entre unos cuantos libros de ficción, me leí este libro sobre alimentación infantil: Se me hace bola, de Julio Basulto. Leído y subrayado, ahora toca incorporar algunas buenas ideas y consejos a nuestro día a día.



Julio Basulto da esencialmente tres claves:

1) Es más importante lo que un niño no come, que lo que come. Es decir, hay una serie de alimentos superfluos que sí pueden incidir directamente en una mala alimentación de los niños y las niñas. En casa se debe evitar tener un arsenal de estos alimentos disponibles. Que no coman "chucherías" es más decisivo que que coman tal verdura o tal fruta. Para ellos nos ofrece una enorme lista de alimentos prohibidos o que se deben limitar mucho y no usar ni siquiera como premio o recompensa. Reconozco que la lista es muy estricta, ya que se incluyen galletas (¿quién no tiene galletas en casa?), helados, cereales, etc. No soy de tener mucho chocolate, galletas, helados en casa, porque me atiborraría yo y no es plan. Pero sí es cierto que los fines de semana o las fiestas, si salimos a la calle, en cumpleaños, etc., las niñas sí que comen alimentos de este tipo. En fin,  seremos conscientes de que no deben abusar.

2) La hora de comer debe ser un momento feliz, por lo tanto no se debe obligar a los niños y a las niñas a comer algo que no quieren o la cantidad que nosotros consideramos precisa. Hay que confiar en el apetito de nuestros hijos/as. Difícil no volvernos psicópatas con que han comido poco o con que jamás van a comer verduras y frutas. Nosotros somos un poco volubles en esto, no somos estrictos, pero  a veces depende del estado de ánimo que tengamos. De todas maneras, personalmente, me enfado o regaño más por los modales en la mesa: estar mal sentadas, levantarse antes de tiempo, etc. Para que no dejen demasiada comida en el plato, el autor del libro nos recomienda servir raciones pequeñitas, más realistas con lo que se pueden comer.

3) Lo más importante y decisivo para que nuestros hijos e hijas coman sano es el ejemplo, que nosotros comamos sano, que en casa tengan acceso a frutas, verduras, productos integrales... Papá piofaurio es un gran ejemplo, yo como más fruta y verdura gracias a él (bueno, y a que me he hecho mayor) y Lucía come también bastante fruta. Victoria es otra historia, ha salido más a mí y a mi familia, pero espero que lo que dice este hombre surta efecto.

Además de eso, nos anima a evitar el sedentarismo: los niños y las niñas deben tener una hora al día de actividad física al menos. Aconseja reducir el consumo de carne y no abusar de los lácteos, dos raciones al día es suficiente. Con Victoria también tengo ahí un problema, porque, si por ella fuera, se alimentaría de colacaos, batidos, natillas y queso y sería muy feliz.
De la lactancia materna habla maravillas, así que estupendo.

Lo dicho, nos toca repasar lo subrayado y comer sano, a ver si acaba esta locura de verano donde todo se pone patas arriba: rutinas, sueño y también la alimentación (que se lo digan a mis kilitos de más). Para matarme, pero para recuperar el orden si que añoro un poco la vuelta al cole. Me arrepentiré pronto de estas palabras.