martes, 14 de agosto de 2018

El cielo II

Hace unos años, escribía esta entrada que mostraba los temores de Lucía al pensar en la muerte. Tenemos en la familia a Norita afrontando esos primeros pensamientos metafísicos con la misma actitud. El otro día estaba sentada en la trona, frente al plato de comida, llorando porque no quería hacerse vieja e irse al cielo. No la culpo, yo estoy a punto de cumplir cuarenta años y me siento a veces igual, por lo que a veces temo no poder ayudar a mis niñas con esto. 

Victoria también está últimamente pensando en el tema. Seguramente a ella también le preocupa, pero por ahora lo afronta de otra manera. Hace unos meses íbamos las tres en el coche y de pronto me soltó; "mamá, tú te vas a hacer vieja, vieja y te vas a morir", pero con un tono bastante despreocupado. Su hermana se pone enferma cuando dice esas cosas y le suplica que no lo haga: "Victoriaaaa". Como a mí, a la babu, al papu, a su papá, a la abuela Lola, a todos nos va enterrando y nos lo notifica antes. Y no entiende que Nora se preocupe, porque el papu le dijo que cuando vayan al cielo ya estará toda la familia allí esperándolas y ella ya está tan conforme. Además, tiene pensado que tanto ella como yo vivamos cien años, y creo que todos a los que quiere. 

Hace precisamente unos meses murió la abuelita Ginesa, su bisabuela, la abuela de papá piofaurio. Mis niñas han tenido bastante contacto con ella cada vez que hemos visitado el pueblo. Por cierto, ya el pueblo no es lo mismo sin ella, se nota mucho su ausencia. Por eso, Victoria saca bastante el tema y se nota que reflexiona y en cualquier momento nos comenta sus dudas o directamente emite una sentencia. Hace poco preguntó en una cena que por qué la abuelita Ginesa necesitaba pañales. 

Lo que más me enterneció fue un día en que su hermana buscaba en Google maps (Lucía a veces busca, por ejemplo, París y la Torre Eiffel) y ella la secundó y movía su dedito arriba y abajo. Le pregunté qué buscaba y me contestó que Irlanda (of course, antes de ir, que allí está su madrina, ya debe haber saciado más su curiosidad después del viaje) y también al lugar donde estaba la mama Yeya ( así es como papá piofaurio llama a la abuela Ginesa) que, según ella, debía estar cerca del cielo.