La peque lleva un tiempo con la buenísima costumbre de dormirse sobre las nueve o diez (incluso un poco antes) y dormir del tirón hasta las cinco de la mañana o así. Maravilloso. La última toma, o las últimas tomas, del día se la doy en la habitación, con muy poquita luz y, a ser posible, sin ruido. Tosía a veces interrumpe, pero normalmente está con su padre cenando o preparándose para ello. La peque va comiendo y comiendo y relajándose hasta que se queda dormida profundamente. Qué alegría. Sé por experiencia que no debo echar las campanas al vuelo, porque en el sueño de los bebés a veces hay rachas y de pronto puede cambiar de costumbre. De todas formas, hasta ahora, Tictoria ha dado exactamente cuatro noches malas solo y coinciden con sus primeros días y con uno de los días en los que tuvo bronquiolitis, angelito. Antes se levantaba dos veces para mamar y la mayoría de las veces me tumbaba con ella, por lo que yo descansaba. Ahora, como he dicho, solo se levanta una vez antes de que, a las siete y media, suene el despertador.
Tengo muy mala memoria, pero creo que con Tosía las noches los primeros meses no fueron tan plácidas. Yo no tenía experiencia ni amamantando en particular, ni con bebés en general y ella era una bebé más movida que su hermana, la cuna era una cuna-pincho. Luego vino un tiempo en el que durmió muy bien, coincidiendo con el verano (bendito verano) y, a continuación, el peor curso de nuestras vidas en cuanto a sueño. Comenzó en la guarde, pequeñita, con siete meses, estaba casi siempre malilla, porque se aficionó a coger todos los virus y bacterias y seguía necesitando mucha teta, que si no tenía por las mañanas, pues por las noches (pensaría ella). Practicamos el colecho por narices, para dormir aunque fuera un poco. Pero con mi piofaurio el colecho era difícil, mucho movimiento, muchas patadas, sobre todo al papá. Se le daba especialmente bien la H infernal (podéis verla en la ilustración), siempre con las piernas hacia papá.
De nuevo llegó el verano y la solución: fuera guarde, fuera resfriados y virus atroces, cambio de la cuna a la cama y Tosía durmiendo del tirón. Otras malas noches han venido, siempre por toses y mocos y siempre le ha costado, y aún todavía un poco, conciliar el sueño; pero vaya, es gloria comparado con ese curso en que me iba al instituto a veces habiendo dormido dos, tres, cuatro horas.
En algunos de esos momentos de poco dormir o de dificultad para dormirla, papá piofaurio insinuó el método Stivill, porque le habían hablado de él como mano de santo. Yo también había oído hablar de él, bien y mal. Aún no conocía los efectos adversos que algunos expertos en la materia le atribuyen, cuando a mí ya no me hacía nada de gracia. Además, no iba a poder hacerlo. Hay una escena sobre esto de la serie Modern Family, y que no consigo encontrar, que ilustra lo que yo sentiría muy bien. Puedo dejar llorar a mi hija porque se encapriche por algo o porque tenga una rabieta y no haya más solución que que se vaya calmando poco a poco. Pero dejarla con nueve meses, por ejemplo, llorar y llorar por la noche, no poder ni tocarla, asomarme a la habitación y decirle: " es por tu bien..." y largarme...Pues no. Siempre, equivocadamente o no, la he dormido o con la teta, o con un cuento, o cantando, o un remix de esas tres cosas. Intentando mejorar cada día la rutina, el ambiente tranquilo y que dependa menos de nosotros para dormir. El único libro sobre los niños y el sueño que he leído es Dormir sin lágrimas de Rosa Jové, que no ofrece ninguna fórmula milagrosa, que es en realidad lo que buscamos los padres, pero del que me quedé con algunas ideas que yo ya intuía, como que los niños "malos" para dormir no tienen ningún trastorno en principio ni ningún problema grave por el que haya que aplicar un ḿétodo drástico y que los niños tienen un ritmo de sueño con unas pautas diferente a los adultos y algunos llegan a dormir del tirón antes y otros después. Así que paciencia. Dicho todo esto, debo confesar que a veces le llegué a decir a Lucía que no solo iba a aplicar el método Stivill sino que traería a Stivill en persona a que la durmiera.Comprendo a los que lo aplican desesperados.
Recemos porque la peque no salga a mí, que no dormí del tirón hasta los cuatro años. Mi madre aún me la guarda y sonríe maliciosa pensando en una posible venganza.
Cuando mi hija mayor era pequeñita, los dinosaurios eran "piofaurios". Justo entonces comencé a escribir en este blog, mientras daba la teta a mi hija pequeña. Ahora continúo de vez en cuando compartiendo mis historias, pensamientos, vivencias y descubrimientos como mamá. ¡¡Bienvenidos!!
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viernes, 14 de febrero de 2014
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