sábado, 4 de octubre de 2014

De tal palo, tal astilla.

Mientras doy el pecho en mi habitación a Vistoria, ya casi casi dormida, estoy escuchando un discurso de Lucía, un poco surrealista y alocado. Cena en el salón con papá piofaurio y tiene carrete para rato, después de la siesta larga de viernes que se ha echado esta tarde. Que si tiene dos perros blancos y el blanco también es yellow; que si tiene una amiga mayor que se llama Laura con la rebeca azul; que a " la Toñi", su maestra, le gustan las pompas de jabón, etc. Una de las cosas que ha comentado es que cuando sea mayor podrá trabajar en un instituto, en el de mamá o en el de papá. 
Hace un ratito estaba en el médico con Vistoria, que ya ha inaugurado la temporada de mocos y tos, cuando me he encontrado a " la Toñi". Me ha contado que Lucía la imita. Que repite lo que ella le va ordenando a los niños, las mismas consignas y cancioncillas y en el mismo tono. Me estaba dando mucha fatiga, pero la mujer me ha dicho que le viene muy bien, porque a ella también le hacen caso. Vaya, que tenemos una pequeña maestra ayudante. Si sigue la senda de la enseñanza tiene a quién salir: la abuela, mamá, papá. O igual simplemente es que le gusta mandar, que ya decían en la guardería ("su guarde naranja") que era muy "gobernosa".
Su parrafada nocturna ha terminado asegurando que mamá ya toca bien la flauta, lo que es un alivio porque el otro día me repetía una y otra vez con cara de pena: "mamá, no sabes tocar la flauta". Y le ha dicho a papá piofaurio que como se duerma mientras ven la película (Aladdin) lo va a despertar como le ha dicho su mamá. Y pegándole un pellizco ( eso ya es cosa suya).

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