martes, 14 de abril de 2015

Clasificación de noches

Noche soñada

Sueño que, junto al helado de leche merengada, las odiseas para ir a la playa, las vacaciones y el terral, el verano traiga las noches durmiendo del tirón. Lo sueño porque con Lucía sucedió así. Seguramente cuando esto ocurra, me levante sobresaltada por la mañana temprano, casi sin saber dónde estoy, y vaya corriendo a comprobar que Lira Lira sigue en su cama y que todo está bien, que no la han abducido los extraterrestres ni nada de eso. Después de casi un año sin dormir del tirón, puede resultar traumático. Pero una vez establecido, será un placer, que ya sabemos que a lo bueno nos acostumbramos pronto.

Buena noche

Una buena noche comprende en primer lugar dormirse relajada, con lo cual las niñas han debido dormirse no muy tarde y Lira Lira no lleva a cabo su primer despertar nocturno hasta que yo estoy debidamente frita. Si su primer despertar me pilla en trance, me despertaré, iré hacia su cama medio sonámbula, me tumbaré a su lado y le daré la teta mientras caigo en tres segundos profundamente dormida otra vez. No importa cuántos sean los despertares (bueno, para que la noche sea buena, lo que se dice buena, no deben ser muchos) si sigo en ese estado somnoliento. Cuando me despierto una de estas noches, no sé muy bien dónde estoy, si en mi cama, en la de la bebé o en la cama de un hotelito con papá piofaurio (mis ganas).

Noche regular

Es como la anterior, pero por algún motivo salgo del estado de somnolencia. Puede ser porque tenga alguna preocupación que me desvela o porque no sea tan fácil volver a dormir a la enana. O, como he dicho antes, porque se despierte demasiadas veces.

Noche mala

Suele coincidir con salidas de dientes, alguna enfermedad o virus, que sobre ropa por el calor, algún dolorcillo indeterminado... Estas cosas suelen implicar llanto a horas intempestivas, sueño inquieto con patadas y cabezazos, quejas y posturas inverosímiles. En estas noches, como podéis comprender, se duerme poco y te desesperas; y la desesperación te lleva a dormir peor y entras en una espiral nada agradable. Aunque he de decir que con Lira Lira el nivel de desesperación ha disminuido respecto a cómo era con Lucía. Ahora he aprendido a no mirar el reloj en la medida de lo posible, para no pensar "¡¡Dios mío, me queda solo una hora para que suene el despertador!!". Además si la noche ha sido mala, siempre tengo veinte minutos que cojo para hacer cosas del instituto o de la casa que puedo utilizar para prolongar el sueño un poquito más. 

Noche horrible

En una noche horrible Lira Lira está como en una noche mala (enferma, molesta...), pero la menda no está muy católica tampoco. Por poner un ejemplo cercano, la noche pasada. Me acosté ya sintiéndome atacada por el virus (es que era cuestión de tiempo). A las tres de la mañana, Lira Lira lloraba y me la encontré (siento por lo escatológico que se va a poner esto) llenita de caca (ella, la ropa, la cama). La cambié mientras lloraba e iba notando cómo me estaban entrando unas ganas horribles de vomitar. La cogí en volandas ya limpia (y berreando sin parar), la puse junto a un papá piofaurio también despierto y me fui a vomitar (te odio, virus). Luego volví a la cama, donde Lira Lira seguía llorando, la dejé allí en medio de nosotros e intenté calmarla. Me pidió teta y medio se durmió, pero con un sueño inquieto que me ha llevado hasta el borde de la cama y al papá a recibir patadas sin fin. Como no me encontraba muy bien no he podido conciliar muy bien el sueño. Menos mal que luego por la mañana no han despertado las dos hasta las diez y he podido vomitar y dormir tranquila.



¡¡¡Virus go home!!!





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