lunes, 20 de julio de 2015

Lectura de verano: Vivir para contarla de Gabriel García Márquez.

Una de las maravillas de las vacaciones de verano es tener más tiempo para leer. Durante el curso apenas le dedico unos minutos, que como mucho llegan a media hora, antes de dormirme. Me refiero a leer por placer el libro que eliga o que caiga en mis manos.
En Reyes siempre suceden cosas inesperadas y mágicas, y que siga así, y mi amiga invisible de este año me regaló "Vivir para contarla" de Gabriel García Márquez. Sabía que era una autobiografía, pero ha sido ahora con su lectura cuando he descubierto que solo lo es de parte de su vida, su infancia y su apasionante juventud. De este autor he leído poco, teniendo en cuenta toda su bibliografía, lo que pasa es que uno de sus libros es uno de mis preferidos, "Cien años de soledad", que además he leído varias veces y con la misma intensidad. En este libro que me acabo de terminar esta mañana muy temprano en la que he elegido leer en vez de dormir un poquito más, se narra el germen de otros de sus libros. Así que el otro día saqué de la biblioteca del instituto un par de ellos y busqué en casa de mis padres "La hojarasca" que fue su primera novela y que no sé cómo no me la he leído antes, porque de pequeña iba leyendo muchos de los libros que mis padres tenían en la estantería, y así me enamoraron Lorca con Yerma y La casa de Bernarda Alba o Machado con sus poesías. Igual es porque la portada me resultaba demasiado triste, llena de hojas secas marrones. Pues por ahí voy a seguir ahora mis lecturas de verano.

En el libro se transmite el amor y pasión primeramente por la literatura; por el periodismo, sobre todo por el género del reportaje; por Colombia, sus diferentes regiones y su historia tan complicada; por la música y el cine; y, sobre todo, por la vida.
Os dejo dos citas que tienen que ver con la mujer y con la educación de los niños. La primera dice refiriéndose a las mujeres: "También de allí puede venir mi convicción  de que son ellas las que sostienen el mundo, mientras los hombres lo desordenamos con nuestra brutalidad histórica". Y cuando narra su estancia en una escuela montessoriana que abrieron en su pueblo: "Con el talento y la belleza de la directora Rosa Elena Fergusson estudiar era algo tan maravilloso como jugar a estar vivos". Y "No creo que haya mejor método que el montessoriano para sensibilizar a los niños en las bellezas del mundo y para despertarles la curiosidad por los secretos de la vida". A mí me despierta la curiosidad por conocer la metodología de Montessori, que solo la conozco de oídas, aunque su esencia sí me ha llegado.
Pero muy lejos de sentirme madre, leyendo este libro me he imaginado como escritora, como reportera, como viajera por Colombia, bailando y amando.

Acabo de encontrar una cita sobre la lectura que me ha encantado: El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector. Joseph Conrad.


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