lunes, 5 de mayo de 2014

La peque a escena

La primera actuación de Tosía fue en la fiesta de fin de curso de la guarde, ella tenía un año y cuatro meses. Las seños nos indicaron que los niños y niñas debían vestir camiseta rosa o celeste y falda o pantalón vaquero. Fuimos a verla papá y mamá piofaurio, por supuesto, la primita Inma, papu y babu. Al llegar a la guarde, las seños se llevaban a los artistas para adentro, a los camerinos, y los familiares pasábamos a un patio abarrotadísimo con un escenario protegido con unas vallas metálicas de esas que ponen en las procesiones, que allí estábamos las fans más locas que pueden existir. Las seños explicaron que nos aproximaríamos por turnos y a nosotros nos tocaba en primer lugar, así que mi  madre y yo nos pegamos allí a las vallas, en primera fila. Salieron Tosía y sus compañeros que, como podéis imaginar, estaban para comérselos. Las seños los fueron colocando sentaditos y repartieron peluches del buho Túo (o algo así), que era la canción que iban a cantar y bailar. Tosía estaba seriecilla (ella siempre lo es en un principio), pero tranquila. Mi madre y yo empezamos a llamarla y a saludar para que nos viera (gran error). Al divisarnos, primero sonrió y a continuación comenzó a llorar amargamente. Nosotras le gritábamos "no, no llores", las seños le enseñaban el buhíto de peluche, pero nada, toda la canción llorando de principio a fin. Un rato después mi madre se lamentaba, porque según ella Tosía era la estrella del espectáculo, ya que la sentaron delante y en el centro. Puede ser, el amor de abuela debe tener algo de razón.
Vistoria ha sido más precoz y eso que aún no va a la guarde. De hecho, ha sido requeteadelantada y su primera actuación ha sido en un instituto. En mi instituto. Mi compañera Rosa me avisó de que nuestro compañero Juan había organizado un recital de poesía sobre la Generación del 27 con alumnos de 1º ESO y 2º ESO y que merecía la pena verlo. Así que le pedí que me enviara el horario y calculé que para la última sesión me daba tiempo a llegar. Casi no lo consigo, pero no me rendí ante el ascensor roto y bajé el carrito por la escalera con la gordi en el fular (quería llevarme el carrito, que es que el fular me da mucha calor). Luego todo y todas al coche y marchando. Muy feliz, como siempre que voy, de ver a mis compañeros y a algunos alumnos. Sintiéndo que vengo de un planeta lejano, el planeta "mamá a tiempo completo", a visitar mi antiguo habitat. La gordita triunfando con su sonrisa y sin extrañar a casi nadie. 
Antes de entrar al salón de actos a ver el espectáculo en cuestión, la cogió en brazos una niña de estas que adoran a los bebés y la peque encantada. No la tenía todas conmigo, no sabía si aguantaría toda la hora, estaba preparada para salir si en cualquier momento se ponía a llorar. Estuvo un buen rato la peque hipnotizada con el espectáculo. No era para menos. Imágenes, música, y el tremendo trabajo de unos adolescentes poniendo voz a los poemas de la genial generación de poetas del 27. Algunos me pusieron los pelos de punta. Precioso. Pero al ratito, supongo que al comprobar que aquello no era Baby Einstein, Vistoria comenzó a ponerse nerviosilla, a hacer ruiditos, a quejarse. Cada vez que lo hacía, casi todos los niños y niñas se volvían a mirarla y también murmuraban. Así que Juan, el maestro de ceremonias, que ya es abuelo, la cogió en brazos y se la llevó a pasear por la sala. Después la dejó un ratito con la muchachita que ya la cogió a la entrada y sus amigas. Vistoria no se escuchaba, le gustó el cambio de aires. De pronto se me acercó mi compañero y me preguntó: "¿ A ti te importa que tu niña actúe?" Yo titubeé, porque estaba segura de que rompería a llorar en breve. Él me interrumpió: "No te importa, ¿no?". No me importaba. Los siguientes poemas eran unas nanas de Rafael Alberti. En el escenario una chica rubita se sentó en una mecedora y un chaval se arrodilló a sus pies. Juan recorrió el pasillo centras del salón de actos, se subió al escenario y depositó a Vistoria encima de la chica, que según me dijo él se puso super nerviosa. Normal. Mientras recitaba la poesía, la peque no dejaba de intentar  tocarle con su manita la cara y el pelo. Luego le tocó el turno al chico que cantó con melodía flamenca su nana. Precioso. Yo emocionada, fue muy entrañable. El espectáculo ganó mucho con la gordita, ya que el bebé de las otras sesiones fue un simple nenuco. Para terminar nuestra experiencia en el mundo del espectáculo, Juan hizo que recibiera también un aplauso como el resto de los alumnos y alumnas que habían actuado. Y toda la sala le dio una gran ovación.
Tanto ser mamá como trabajar en lo que yo trabajo es apasionante, pueden pasar cosas como estas, que no te esperas y que te alegran el día.




Nana de la cabra

La cabra te va a traer
un cabritillo de nieve
para que juegues con él.
Si te chupas el dedito,
no te traerá la cabra
su cabritillo.




Nana de Capirucho


Si te llaman Capirucho,
tú a nadie le digas nada,
porque el capirucho puede
estar lleno de avellanas,

de ajonjolí, de grageas
y de lo que el niño sabe...
Si te llaman Capirucho,
no se lo digas a nadie.


                                          Rafael Alberti. 

Posdata: Ayer volvimos al instituto, esta vez a visitar la feria del libro, y nos encontramos con la niña que cogió a Vistoria en su regazo, ella fue la que se acercó y nos lo dijo. Confirmado: estuvo todo el tiempo tirándole de un mechón de pelo.

2 comentarios: