miércoles, 23 de abril de 2014

23 de abril

Recuerdo perfectamente muchísimos detalles de ese 23 de abril, pero me está costando precisar el año. Sé el año en que nací, 1979, y el año en que han nacido mis niñas 2011 y 2013. Me muero de vergüenza si me preguntan en qué año me saqué las oposiciones, porque nunca lo tengo claro. Incluso una vez me hice un lío con mi boda. Sí, memoria de pez no, lo siguiente. Aprobé las oposiciones el 2004, vale. El curso que viene ya haré doce años de maehtra, ¡¡madre mía!!
Me desvío. 23 de abril de 2006. Ese día aparece una y otra vez en mi memoria, porque me encanta revivirlo, luminoso, radiante. Sé que idealizar el comienzo de una relación no es bueno, pero no lo puedo evitar, tiendo al romanticismo. No solo ese día, todo ese mes (y buena parte de ese curso, y ese gran verano), es el momento en que más ilusionada he estado en mi vida. Es curioso, no tenía apenas miedo a si funcionaría o no. Quería disfrutar todo lo que sentía y, sobre todo, cómo me sentía: yo misma y muy enamorada. No sé si este recuerdo dejará de tener sentido y color si alguna vez cambian las cosas, es una tontería plantearlo. Se vive el presente, también con las sensaciones que en este instante te trae el pasado. 
Si aún se me coge un pellizco en el estómago, es fácil imaginar cuál era mi estado esa tarde de ese día del libro, de esa noche en que los dos caminamos por primera vez cogidos de la mano y tan felices.
Papá piofaurio ya me tenía más que conquistada, por eso esa tarde maravillosa  solo podía suceder.



Una de las canciones del "Too wapo II". Ahora no estamos en el momento de mayor frenesí amoroso, estamos en el momento "teniendo cachorros".



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