martes, 12 de abril de 2016

Una pera cada quince días y otras grandes alegrías

Me acabo de sorprender a mí misma alegrándome un montón porque Victoria se ha quedado dormida sola por tercera noche consecutiva. No importa que lo haya hecho a las diez y media aproximadamente, ni que justo antes estuviese cantando a pleno pulmón "un elefante se balanceaba" y otros hits. Estoy contenta. Pensaréis, "pobre infeliz, lo suyo es que se duerman solos desde mucho antes o incluso desde bebés". Me da igual. Está ocurriendo ahora. ¡¡Viva!!

Y así se suceden otras grandes alegrías que paso a relataros:

1) Las monitoras del comedor me dicen de Lucía que es "una monería". En general, en el cole la quieren mucho y se porta muy bien. Victoria también, ¿eh? Algunas veces es un poco macarrilla, pero es que está en la edad.

2) Descubres que Victoria no es la única a la que le ha afectado el cambio de hora y traspasa la barrera de las once de la noche con demasiada energía. Cuando tu compañero del trabajo te comenta que tuvo que ver "Cuéntame" meciendo a su niño en el carrito, no puedes evitar alegrarte. No de sus males, sino de que no estás sola.

3) Haces una tortilla de espinacas y a) ¡¡te sale bien, le das incluso la vuelta sin espachurrarla!! y b) a tus niñas les gusta y comen un montón. Aplausos, aplausos.

4) Cada quince días aproximadamente Victoria come algo de fruta. Esto es muy triste, en realidad, pero el momento pera, ese momento en que se digna a probarla y dice sonriendo "ta buenaaa", ese momento es muy grande. Y da igual que no la quiera tocar con sus manos, se la doy yo y casi sin respirar, para que no se rompa la magia.

Al contrario también pasa, la vida de mamá piofaurio está llena de dramas. Esta tarde misma ha sido difícil. Así que más me vale cultivar más mi sentido del humor, respirar, ommmm, y centrarme más en estas grandes alegrías.



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