martes, 11 de febrero de 2014

El gato que está triste y azul

El día antes de la fiesta de cumpleaños de Tosía, decorando el salón de arriba de casa de los abuelos, Tosía, la primita Inma y yo escuchábamos los grandes éxitos de Roberto Carlos. En una de las pausas de recortar corazones de colores que tuve que hacer para atender a Tictoria, las niñas, cuya capacidad de aburrirse a veces en medio segundo de inactividad es espectacular, le  pidieron a su papu que les pusiera música. Y el papu puso este disco, según él lo único que había (sí, claaarooo). Las niñas tan contentas. Y yo  estaba tan cansada que me daba igual. Me embarco en lo de la decoración por hacer algo con las niñas, a las que llega un momento que doy libertad absoluta: "pegad los corazones donde os salga del alma". Y ellas gritando como locas " ¡¡blu tack, blu tack!!" que es el adhesivo que utilizamos. Mi sobrina pronunciándolo mejor que yo o que cualquiera de vosotros, aunque el inglés sea vuestra lengua materna. Total, que la decoración siempre es cutre ( no solo por las niñas, si la hiciera yo sola también lo sería), pero ellas lo pasan en grande. Inmita me lo recordó este año por si acaso; si hay una tradición que compartes con ella o le has hecho una promesa, nunca olvida, como los Corleone.
La canción que más me gustó escuchar fue la que aquí os dejo. La del gato. Y es que yo soy muy peliculera y muy romántica. Lo cierto es que la bailé un poco con Tictoria para engatusarla, soltarla otro ratillo en el maxicosi y seguir recortando corazones.







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