domingo, 9 de noviembre de 2014

Cogidos de la mano

De vez en cuando, aunque sea muy de vez en cuando, son necesarios días sin las pequeñas. Para desayunar en una cafetería leyendo tranquilamente el mensaje del azucarillo y deteniéndose a observar el ambiente. Para disfrutar de un spa, entre risas y relax, cortesía de la tita Esther. Para tomarse unas cervezas, vinitos, tapitas. Y, sobre todo, para pasear, caminar cogidos de la mano. Algo tan sencillo y a la vez importante, que se vuelve emocionante, porque no lo podemos hacer normalmente, cuando nuestras manos están ocupadas en sostener y acompañar a las niñas. 


A la vuelta la realidad nos hace "¡zas!" en forma de toses, llantos, incluso diarrea (¡toma ya!). 

Da igual, ha merecido la pena.

Posdata: la foto es de hace mucho tiempo, la primera vez que hicimos juntos el camino de Santiago.

2 comentarios:

  1. Yo todavía estoy en fase "No sin mi hijo" jaja, y las pocas (no recuerdo ninguna,la verdad..) veces que he estado sin él, sentía que me faltaba algo y lo pasaba mal. Estoy "enniñada" jajaj.
    Eso si...las 3 horas de siesta que se me pega el señorito son sagradas. Son mis 3 horas para mi sola. Para mi café, mis blogs, mis chorraditas...y al que lo despierte lo mato!

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  2. Si es que cada una tenemos nuestro ritmo para todo, también para esto. Yo la verdad que necesito de vez en cuando ratitos así, con mi marido o con mis amigas. Eso sí, mando mensajes a quien esté con las niñas cada dos por tres, jeje. Y si, benditas siestas!!

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