martes, 21 de enero de 2014

¡¡Maldita tos!!

Esta mañana me he levantado pensando que quizá me vuelva loca por la tos. No por la mía, sino por la de mis niñas, que han amenizado la noche con toses varias y alternadas; igual se han puesto hasta de acuerdo. Me voy a volver loca y voy a desarrollar un trauma cuya consecuencia será pegarle un empujón a la gente que tosa. La tos de Tusía la conozco bien, el invierno pasado también la escuchaba casi todas las noches, sé que es por los mocos que se le instalan en la garganta y a veces con un vaso de agua se pasa. Es una "tos buena", aunque sea un coñazo, porque le ayuda a mover los mocos. Por cierto, los mocos también me vuelven loca, un día me puse a cantar en mi cabeza la copla: " mooocos verdeees, verdes cooomo la albahacaaa".
La tos de la pequeña es más inquietante; esta noche no me quedaba claro si era tos de  mocos, puede que sí, tiene millones, o tos de virus maligno que produce la bronquiolitis. Así que ella tosía y dormía, y yo daba cabezadas, despertaba, escuchaba atentamente esperando la siguente tos, encendía la luz y me incorporaba para verla, la ponía de ladito, etc., etc.. Eso mil veces. Ahora, sin embargo, está bien y en sus bocanadas de leche matutina ha expulsado moquillos. Pero cuesta quitarse el nudo en el estómago, porque es muy pequeña y porque una piensa si lo estará haciendo bien. Si la está abrigando bien (¡¡que es un virus, que no es enfriamiento!!), si airea bien las habitaciones, si será el humidificador que tiene bacterias, si tengo que lavar con más frecuencia los peluches...Y más... Debería hacerle caso a nuestro pediatra, que me cae genial porque no es nada trágico y da ánimos, que dice que son virus que trae Tusía de la guarde y que es lo que hay. No obstante, cuando llegamos de la guarde, nos lavamos las manos como si hubiésemos manipulado uranio, y el papi también cuando llega del insti. Papá piofaurio le grita a veces para que no se acerque demasiado a la hermana y yo me limito a intentar que no le tosa encima o le restriegue sus mocos verdes como la albahaca, porque decirle que no se acerque a ella es decirle que no se acerque a mí.



Noches y mañanas como estas me hacen desear tener en casa a un pediatra sabio de barba cana que me diga todo el rato qué les pasa y qué debo hacer en cada momento. Qué machista, ¿no?. O una pediatra o la madre Tierra con toda su sabiduría de mujer.
¡¡¡Que llegue el veranito, por Dios!!!

Ilustración: virus maligno

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