Dentro de unas horitas mis niñas y yo estaremos desfilando rumbo al cole. Anoche intentaba transmitirles emoción, alegría, pero no sé si me salía muy bien. Como soy profesora, cuando empieza el cole empieza lo difícil, el LÍO, sí, con mayúsculas y en el comienzo de curso yo también estoy nerviosa y asustada, casi como ellas. También entusiasmada con los proyectos e ideas que se me vienen a la cabeza.
Anoche Lucía estaba cansada y penosa y repitió varias veces que qué rollo, que no quería ir al cole. Además sabe que no va a estar su seño querida, que este año no se puede incorporar por motivos de salud. Creo que eso le influye. Por ver a sus amigos y a sus amigas tampoco muestra mucho entusiasmo, se ve que con la primita Inma le basta, que es con la que ha pasado mucho tiempo este verano. Decía también que no quería ponerse a trabajar (ay, madre mía). A ver cómo la motivo, cómo consigo que comprenda que cuando termine este curso seguramente sabrá escribir y leer y eso es muy chulo. Utilizaré la baza de su prima, eso no falla. Me la tengo que poner de mi parte, para que me ayude con Victoria.
Victoria me da penita, es mi bebé (bueno, ya no, pero sí). Anoche, mientras se le iban cerrando los ojos, me decía que en el cole iba a pintar, que había muchos colores (rojo, azul, verde...), que había juguetes, etc. Pero también explicó que yo me quedaría con ella, je, je. Eso es lo que ha pasado en sus dos primeras clases en la academia de inglés, que, para que dejara de berrear, he entrado con ella a clase (a ver si así poco a poco me saco el B2). Es muy pequeña, igual hay que dejar lo del inglés para más adelante, ya veremos. En fin, que cuando le comenté que no, que yo la dejaría en el cole, me iría a trabajar y luego la recogería, como pasaba en la guarde, se quedó pensando y contestó: "papá se queda conmigo en el cole".
Sé que me espera el momento salir corriendo dejando hecha a Victoria un brazo de mar con la pobre maestra atendiendo a unos cuantos más deshechos en lágrimas como ella. Y yo con el nudo en la garganta saliendo del cole y escuchando su llanto cada vez más lejos. Lo sé porque con Lucía, que era ocho meses mayor, me pasó y con mi pollito va a ser igual o peor. Por eso, espero que Lucía me eche una manita y se levante positiva (porfi, porfi), Pero bueno, es una niña pequeña también, no le puedo exigir que tenga otros sentimientos distintos a los que pueda tener. Así que me toca a mí, a la mami (el papi está hoy solucionando otros problemas de casa) ser fuerte y decidida. Y positiva, que luego, gracias a Dios, mis niñas se adaptan muy bien al ritmo del cole y a sus clases, son participativas y competentes.
Como dice en esta semana mi planificador de mr. Wonderfull: